31 - Lunes 6 de junio de 2001 - Bariloche-San Martín de Los Andes


Lo primero, esta para Ma y Pa, claro

Justo cuando estaba montado en la bici para marchar conocí a un asturiano que vive en la misma calle del hostel y del que me habìan hablado varias personas: un chorbo de Avilés que compite en snowboard. Una pena conocerlo en el último momento y, encima, con el nervio de marchar, pero lo cierto es que él sabía donde estaba yo y no puso mucho interés en conocerme en toda la semana.
Entre pitos y flautas volví a salir tardísimo, pero me dio tiempo a cubrir los 80 km hasta Villa La Angostura, otro sitio volcado al turismo, pero en este caso del caro: los alrededores están llenos de hoteles y lodges de lujo (de maderita, con bsoque junto al lago...).

Las vacas chupadoras de sal
Como presentía que la noche iba a ser fría y estaba en una población un poco grande, decidí preguntar a los Bomberos si me dejaban un sitio para dormir. Me dijeron que si no era bombero, no. Después fui a los Gendarmes (que vienen siendo la Guardia Civil de acá) y me dijeron que eso era terreno militar y que nanai, pero que podía acampar allí enfrente, en el parque. Ah, pues perfecto.
Efectivamente, la noche fue fría y larga. A las 10:00 todavía me estaba negando a salir del saco cuando dos policías me pican y me dicen que tengo que quitar la tienda, que ya es tarde y que les están llegando muchos avisos. Amables pero tajantes.
Luego por otro lado me contaron que con el tema de los mapuches (que ya comenté hace unos días) basta que aparezca una tienda de campaña en un sitio público para que otra gente se apunte al rollo. Al rollo que sea.
Al retomar el camino me volví a encontrar con Amadeo, el de las pelis, y a Melanie y Troy.

(Inciso: Me parece que no lo he comentado hasta ahora, pero esto de los encuentros es muy frecuente. Desde Ushuaia hasta aquí sólo hay un camino con muy pequeNNias variaciones. No hay poblaciones fuera de la ruta y las que hay son pequeNNias, de manera que es normal ir viendo a la misma gente -incluso oriundos y sea cual sea la forma en que viaja cada uno- a 1000 km de donde los viste la primera vez)

Otra charla larga y otra vez salgo tardísimo. Esto es una putadilla porque al estar en zona de Cordillera (desde hace unos 2000 km) y ser invierno, el sol se oculta tras las montañas muy pronto. Pero también sale muy tarde. Ya hace un montón de tiempo que por las noches el termómetro baja de 0°C y yo, hasta que el sol no da en la tienda, me niego a salir de ella. Esto hace que aunque a las 9:00 ya hay claridad, no asomo la nariz hasta las 11:00. Si me doy prisa a las 12:00 ya estoy pedaleando, pero a las 17:30 como máximo ya hay que parar. Y todo ello en el mejor de los casos.

Un ejemplo de lo contrario fue la noche siguiente. Decidí acampar en un lugar alto, con más frío pero aprovechando el sol de la tarde y suponiendo que también recibiría el del alba más tempraano. Bueno, pues amaneció con bruma que subía del valle y tardó la de dios en quitarse. Cuando me di cuenta eran las 14:00 al empezar la etapa y a las 17:00 estaba en una zona donde ya se había quitado el sol. O sea, 3 horas para hacer 40 km y quedarme a sólo 25 del final del tramo.
Como coincidía que había un restaurante cerrado pero con el paisano segando el prao, decidí tomarme una cerveza. Antes de terminarla el paisano ya me había ofrecido dormir en una cabaña en la parte de atrás (del restaurante). Acepté, una vez más acepté, por supuesto.

Pero por fin pude devolver en parte el favor. Después de instalarme y mientras Miguel (el paisano) fregaba un montón de cacharros, yo me dediqué a limpiar 2/3 de la cocina -ojo, de una cocina de restaurante que acababa de terminar la temporada- y la dejé lista para la prueba del algodón.
No sé qué pasa pero algo pasa: el otro día veo un partido de fútbol, hoy limpio concienzudamente una cocina... ¡que me aspen si me entiendo! ¿Lo próximo qué será, votar?
El día siguiente llegué por fin a San Martín de Los Andes en una corta etapa sobre asfalto de 25 km -los 15 finales en bajada-. La carretera entre Villa La Angostura y San Martín es la Ruta de los 7 Lagos (la argentina; en Chile hay otra). Más lagos y más montañas, sí, pero muy guapa.



San Martín sí que podría ser la Suiza de América del Sur. Otra ciudad de turismo de montaña a orillas de un lago, pero supercuidadina.
Me reuní con Melanie y con Troy. Melanie y yo parece que nos conocemos de toda la vida, pero es que hemos pasado ya muchas horas hablando como auténticas cotorras (ella más).
Me quedé dos noches en un hostel donde mis pechugas de pollo à la Pôthie arrancaron ovaciones del respetable.

Mirando el mapa me di cuenta de que había un paso de Cordillera más interesante que el que tenía pensado inicialmente: ripio, menos frecuentado, con coladas de lava y bosques de araucarias. Pero precisamente por ser un paso raro y con el invierno ya empezado, quise cerciorarme de que la frontera estaba abierta. Fui a la Gendarmería y después de discutirlo entre ellos me dijeron que sí, pero también me lo pusieron muy negro. Tanto ellos como el resto de gente a quien pregunté me decían que no se podía pasar en bici, que había unas cuestas imposibles y mucho barro y que no pasaban ni los 4x4. Pero yo había visto en internet que en verano pasa gente. Vale, ya no es verano, pero tampoco estamos en el más crudo invierno. Además, de lo que no se dan cuenta es que:
  1. No me fío un pijo de lo que me diga alguien que no anda en bici.
  2. Que cuanto más me digan, más calentito me pongo.
Así que decidido: ese sería el camino.
A partir de aquí el siguiente destino es Temuco, en Chile, donde voy a ver a Sophie, una alemana que conocí el año pasado en Santiago (de Chile) y que me ha buscado sitio en casa de unos amigos. También en Temuco voy a recibir el paquete con mis cosas de invierno que me envió Patri (¡gracias Patri!). ¿Habrán pasado la estricta aduana los embutidos que añadieron mis padres?
A lo largo de los tramos asfaltados de la Ruta 40 argentina, hay unos churretes de alquitrán sobre cuyo origen corren mil hipótesis.

Unos dicen los consideran remiendos para grietas. Otros, goteos de las máquinas. Pero un examen más atento revela que son vestigios de una civilización ya desaparecida, claramente trazados por la misma mano que los dibujitos de Tito Bustillo y las Líneas de Nazca, aunque estas últimas por una mano un poco más grande. Puesto que se trata de una hipótesis hemos decidido mantener la terminología de "indígena" en lugar del màs probable "asturianín"
Así que aquí van LAS FORMAS DE LA RUTA 40:

nº 13.-Hongo ritual

nº15.-Hombre con erección (símbolo de virilidad)

nº17.-Indígena excavando

nº22.-Ibis antropomorfo

nº44.-Conejo/Liebre

nº57.-Indígena fumando una cosa

nº63.-Bóvido

nº71.-Mofeta

nº87.-Volcán

nº97.-Indígena arando con cuadrúpedo (guanaco/asturcón)

nº103.-Falo (símbolo de virilidad)

nº107.-Descenso ritual anual del río Shëya

nº522.-Xiringüelu

Como me acabo de leer Kon Tiki (ver Bibliografía) y estoy empalmadísimo con el tema (símbolo de virilidad) ya tengo próximo proyecto: el 8 de septiembre saldré de Perlora en una balsa tradicional hecha con el mejor ocalito para cruzar el Atlántico.

Ah, se me olvidaba lo del perro. Un día le di una patada a un perro. Pero de verdad de la buena que fue sin querer. Como ya he contado en alguna ocasión esto es un no parar de perros persiguiéndome y ladrándome. Realmente hasta ahora nunca han intentado siquiera mordernos a mí, a la bici o a Pinín, y podría prescindir perfectamente de lanzarles patadas, pero a veces alguno se adelanta demasiado y me da miedo que se me cruce delante de la rueda y ¿por qué no decirlo? ese juego rompe de alguna manera la monotonía del pedaleo. Lo normal es que ni el perro se ponga a tiro ni yo tenga intención real de darle, pero el caso es que hubo una conjunción de factores y le acabé dando un patadón en plena jeta a un caniche. Los playeros de bici son bastante duros y sonó un ¡clonc! sordo. El perro se dio la vuelta al instante y cambió los ladridos por un gimoteo lastimero que aún me atormenta cuando las tinieblas se adueñan de la tierra.
Espero de verdad no haberle roto nada. Además, comprendí la futilidad de mi acto al darme cuenta de que esto podía tener dos consecuencias radicalmente opuestas:
  1. Que haya aprendido que no hay que molestar a los ciclistas.
  2. Que se le confirme lo que ya sospechaba: los ciclistas son seres malvados a los que hay que odiar y morder. A partir de ahora sin previo aviso y entre varios.


Andrés


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Puedes probar con esto...Ahuyenta SPIUK Perros Doghaser...Querido hipocorístico!! Me voy a Armenia!!Mua

Anónimo dijo...

Vamos a ver, Miguelín: si al final vas a ir por donde te de la gana, ¿Pa qué preguntes, guaje?

Las formas de la Ruta 40, de lo mejorcito del blog. Aquí hay pa una tesis, amigo!!

Abrazo enorme

Fer

Anónimo dijo...

Recuerdo en la ruta 40 preguntar a un gaucho (perdido entre las araucarias) por el estado del ripio que nos digo "síiiiiii, ta güenoooo"... pero no pudimos ir a más de 12km/h durante 5 horas(en nuestro alquilado chevrolet corsa).

No fiarse de lo que te digan, me parece buena elección.

Un abrazo fuerrrte, y ánimo, que es flipante lo que estás haciendo!

Paula Baz

Anónimo dijo...

¡¡¡Que la corriente de Humboldt te lleve a buen puerto!!! Coincido plenamente en la acojonancia de Tiki.
Salud y fuerza.

Atahualpa Yupanqui.

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