11 - Sábado 19 de febrero de 2011 - Punta Arenas-Puerto Natales

Damas y Caballeros, niños y niñas, estimado público en general:
Desde esta tribuna anuncio al mundo una primicia. Lo que nunca pensé que me podría ocurrir. Algo que muchos de vosotros estabais esperando. Algo que faltaba en mi vida. Algo que me hace muy muy feliz y que finalmente me concede la estabilidad que estaba buscando. Cuando casi había perdido toda esperanza, de repente ahí estaba, delante de mí: ¡Hice dos etapas sin viento!
En realidad me lo curré un poco. Al salir de Punta Arenas hice una primera etapa de 70 km con viento, lo que me desesperó una vez más. Supongo que ya estoy demasiado sensible con este tema como para tomármelo con tranquilidad. Es una presión constante, así que a las primeras ráfagas, aunque sean leves, ya me estoy cagando en todo porque sé lo que se avecina. A esto se une que el trayecto era por carretera asfaltada, con muchísimos camiones cuyo rebufo acojona bastante. Menos mal que le he puesto retrovisor a la bici y los veo venir.
Así que después de hacer noche en esta garita

La Patagonia chilena está llena de estas cosas. Las hay en cada encrucijada de caminos. Están muy bien pensadas y todo el mundo las respeta; es decir, no hacen pipí ni cacota dentro
y ver que durante el día volvía a hacer un viento de la virgen, me di cuenta de que en los últimos días el comportamiento del viento había sido el siguiente:
-empieza a las 10:00
-para hacia las 21:00
-a las 22:30 vuelve a soplar muy jevi durante media hora
-por la noche prácticamente no hay viento
Así que tomé la decisión de rodar de noche. Esperé todo el día en la garita comiendo, dormitando, fisgando los alrededores sin alejarme mucho de mis cosas, y escuchando seriales radiofónicos en la radio que me compré. Por cierto, después de muchos intentos conseguí sintonizar Radio Exterior de España. La putada es que se oye con muchas interferencias y sólo la consigo sintonizar de noche y nunca en las ciudades. Pero he descubierto que si le pongo un jersey encima se filtra mejor el sonido. Me presta mucho escuchar "Hora América", que es lo que ponen a la hora de la cena.

La radio piquiñina
Salí a las 22:00. Aquí en el Sur no llega a hacerse nunca totalmente de noche, sino que hay una penumbra, como si fuera el último momento del atardecer durante horas. Esto, unido a que había luna llena (que no sirvió de mucho porque estuvo nublado), a que de noche hay mucho menos tráfico, y a que la pampa no ofrece mucho atractivo paisajístico (es como atravesar Zamora) me decidió a rodar sin encender el frontal.
Antes de que digáis nada de la luz, os informo de que las movidas de bici están petadas de reflectantes por todas partes. Excepto en los gallumbos, en todo el resto de la ropa y de los complementos hay cosas que reflejan. Es más, los vehículos que me cruzaba o me adelantaban debían pensar que estaban entrando en Las Vegas. Para muestra, esta foto:

Encuentros en la 3ª fase
De hecho, todos los coches (por la noche no había prácticamente camiones) frenaban casi totalmente al pasar a mi lado, probablemente para poder contar lo que se habían encontrado esa noche en la carretera.
A las 4:00 llegué al único pueblo de la etapa: Villa Tehuelches. Busqué un sitio abierto para tomar un remedio del Doctor Corbalán, pero el pueblo es minúsculo y está tomado por los zorros grises, que salen por la noche y son como gatos.

En serio, como gatos
Pero allá arriba vi unas luces, así que me acerqué a lo que parecía un restaurante de bodas con gente trabajando en la cocina. Piqué y los cocineros me informaron de que era la cantina de una empresa sísmica (que hace prospecciones de gas provocando pequeños terremotos) y que no vendían trago. Vaya por dios. Pero charlé un rato con ellos y al poco me preguntaron si había cenado (o desayunado) algo. Como dije que no, me hicieron pasar y me forraron con un menú especial para ciclistas que me supo a gloria.

Si Contador hubiera podido demostrar que comió esto, no habría
tenido ningún problema con la AMA

Durante la ingesta me dio conversación Jorge, un tío muy interesante con antepasados vascos que había vivido en muchísimos sitios, desde Cuba hasta Angola.

Me despedí con mil agradecimientos, y flipando una vez más con la hospitalidad chilena, y proseguí mi camino.
Antes de que se hiciera de día perseguí durante un rato a una mofeta, pero cuando empezó a levantar la cola demasiado, la dejé marchar. Son más pequeñas de lo que pensaba. Al poco amaneció y empecé a ver ñandúes, que tampoco había visto.

A las 10:00, con 104 km en las piernas, llegué a mi destino. Cansadín, pero habiendo hecho una etapa muy disfrutona (por la novedad) y SIN VIENTO (también novedad).
En Morro Chico los Carabineros dejan dormir a los ciclistas en un galpón (almacén).

Allí me encontré a otros ciclistas que estaban desayunando. Un francés y una maña. Después del típico intercambio de información sobre los detalles de la ruta (esto empieza a ser una rutina, pero es esencial), partieron con las primeras ráfagas de viento. A su favor, claro.
Durante todo el día hizo un viento de la ostia. Mi idea era repetir la jugada y salir de noche, pero entre que no conseguí dormir durantre el día y un dolor agudo en una rodilla fruto de hacer experimentos con la posición del sillín, pasé de todo y me quedé a dormir por la noche en el galpón.
Para pasar el rato me acerqué al Morro Chico, una curiosa formación geológica de basalto columnar que fue el relleno de la chimenea de un volcán. De paso vi algún pájaro que aún no había visto.

Morro Chico
El viento volvió a parar a las 21:00, con los últimos coletazos a las 23:00.
Por la mañana me levanto tranquilamente, desayuno, leo y veo que dan las 10:00 y no sólo no hay viento sino que hace un día espectacular. A las 10:30 tampoco. Bueno -pienso- estará al caer. Dan las 11:00 y nada. Me empiezo a poner nervioso y a las 12:00 me doy cuenta de que hoy es un día diferente porque, además, la única brisa que hay a veces es del Este. Así que recojo todo el espolín y me marco otra etapa de 100 km sin viento. Acojonante. Disfruté muchísimo de poder andar de día y sin viento. Llegué a Puerto Natales a tiempo de ver cómo se ponía el sol detrás del macizo del Paine. Cansado también, pero muy contento.

Como el del Naranco, pero en Los AndesEste día no hacía viento. Ye que quedaron así
Da como cosa
Parece la portada del libro de reli de 3º
Borja, esta foto es para ti. Por supuesto, lo abrasé a preguntas
Titín, Hauke, dejaivos de mayolinas y aprendéi
Como pensando o algo ¿no?
Que ya os lo he dicho, que aquí me siento como en casa

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