15 - 6 de marzo de 2011 - Puerto Natales

Los días en Puerto Natales transcurrieron con tranquilidad. Como siempre que llego a un núcleo habitado, me cuesta marchar de él. Disponer de una cama, una ducha y gente para charlar hacen son luxury para mí y el tiempo pasa volando. Esto me parece muy curioso, porque soy alguien que no puede no hacer nada. Siempre me parece que estoy perdiendo el tiempo si no hago algo que yo considere productivo. Sin embargo, aquí pasan los días y las semanas y cuando hago un repaso del periodo no entiendo en qué empleé el tiempo. Pero el caso es que ni me aburrí ni tuve sensación de perder el tiempo.
En el caso de Puerto Natales algunas de las cosas que hice fueron estas:

--El primer día fui a ver una jineteada. Es una competición de monta de caballos salvajes. Pero muy savajes. Están sueltos todo el año por las estancias (o sea, por el monte y la estepa) y sólo se cogen para las jineteadas.

A competir vinieron gauchos y huasos de Paraguay, Brasil, Argentina y Chile.
Tipos muy rudos.
Hay varias modalidades de monta, dependiendo del tipo de silla -o la ausencia de ella-, y en función de eso deben aguantar más o menos tiempo sobre el caballo (de 8 a 12 segundos -la mayoría caen antes-). Los animales no quieren ser montados bajo ningún concepto e incluso cuesta hasta atarlos al poste donde empieza la movida. Guardan los más jevis para las finales. Casi todos los jinetes salen tullidos y la ambulancia está continuamente haciendo viajes.
En el descanso se corría una carrera de 300 metros a la chilena (a pelo, sólo con bocado), pero se suspendió antes de empezar porque en el calentamiento (?!) uno de los jinetes cayó y no se podía mover. Los camilleros le ataron entero, incluida la cabeza, lo que hace suponer que la movida fue más bien grave.

A este caballo no lo han ni desatado del poste y ya está todo loco
Los jinetes tienen los huevos cuadrados, aparte de muy duros.
Me pareció una cosa peligrosísima.
Me lo voy a tatuar

--Con Josué, un tinerfeño afincado en Londres que está dando la vuelta al mundo con una especie de interrail de aviones, y con el que estuve charlando dos días enteros, cociné unas cholgas (mejillones un poco más grandes que los nuestros) a la marinera que me salieron cojonudos, mientras que él se encargó de preparar unas almejas a la parmesana (con mantequilla, queso y vino blanco al horno) que estaban también impresionantes. Nos zampamos 2 kilos de cada para cenar, regado con un Casillero del Diablo (a vuestra salud Pablo e Irene) y he de decir que no lo vuelvo a hacer. Aunque empujé el marisco con un gintónic después de cenar, dormí fatal.
La próxima vez no me como las conchas.


--Anécdota ajena: una pareja de ingleses que coincidió con Josué en El Paine, salieron todos juntos a celebrar no sólo el final de ruta, sino el cumple de él. En la euforia etílica trepó en un bar a una barra de esas de bailar tipo Bada Bing y se dejó caer desde arriba a lo bombero. Conclusión: traslado al hospital de Punta Arenas, major surgery en el pie, 3 meses sin caminar y 6 más de recuperación. Y le quedaban todavía dos meses de viaje por Sudamérica. Toma ya. Cumpleaños total.

--Entre los personajes viajeros que conocí están Yoko y Hiro, una pareja de japoneses simpatiquísimos que llevan ya dos años en bici por ahí. Su página (en japonés) está enlazada ahí a la derecha. Las fotos que hace ellas son un flipe.
--Pero los que más me han flipado hasta ahora son Sean e Ingrid, una pareja de escoceses que viaja en bici con su hija Kate ¡de 10 años!

Esta foto me la mandaron ellos
Empezaron hace aproximadamente dos años en Alaska, pero el primer tramo lo hicieron en kayak. Sean y Kate van en un tándem y la niña ha pedaleado 25.000 km. Toma ya.
En realidad la niña lleva viajando desde los 3 años porque cada 6 meses se hacen un viaje en kayak de otros 6 meses (Australia, Alaska, Grecia...). Pero esta vez, como Kate es demasiado grande para el kayak triple, pero demasiado pequeña para manejar uno ella sola, decidieron hacer el viaje en bici. Acojonante.
Uno de los carros es casi exclusivamente para las cosas de Kate: juguetes, libretas para dibujar y libros del cole, puesto que Ingrid es seño y le dio clases durante estos 2 años.
Ahora terminan su viaje sin siquiera llegar a Ushuaia porque Kate ya tiene ganas de volver a ver a sus amigos de Escocia. Los próximos dos años se quedan en casa y ella irá a la escuela normalizada.
Por cómo escribo sobre ellos, podréis deducir que me dejaron flipadísimo. Me encantaron.

El tándem lleva algunas modificaciones, como un freno de mano para la rueda trasera.

Los pedales llevan un adaptador de longitud para
aumentarla
a medida que Kate va creciendo

--También visité el cementario que, si bien es menos alegre que el de Punta Arenas, también es curioso por lo caótico de la disposición de las tumbas. No hay un camino claro y a veces hay que andar saltando sobre algunas para poder pasar.

Lastenia primaveral

--Un día salí a hacer una ruta en bici al Cerro Dorotea. Unas vistas espectaculares desde la cima con una bajada rápida buenísima por un single track entre bosque. Me encontré super fuerte, aunque no me extrañó.
Fue una gozada poder andar en bici sin peso, libre como el viento. ¡Arghhh, no, he dicho viento!


--El sábado fui a un concierto de punk rock juvenil. Un montón de bandas locales bastante malas pero con muchas ganas y muchos colegas. Había más camisetas de Metallica que ikurriñas en el Tourmalet.
Me quedé pasmado cuando uno de los grupos tocó el Ellos dicen mierda, nosotros amén, de La Polla Records. ¡Unos guajes que no habían nacido cuando La Polla andaban por ahí!
Luego ya me enteré de que aquí los grupos de aquello que se llamaba Rock Radical Vasco (Barricada, Kortatu...) son verdaderos dioses, equiparables incluso a Nirvana. Y no sólo eso, sino que los grupos de ahora de ese rollo (Fe De Ratas, Muerte de Cristo, Ska-P...) se lo comen todo.

--Otro día fui a escalar (deportiva) con unos de aquí. Conglomerado. Rarísimo. Y no sólo rarísimo, sino en algunos casos muy tenso psicológicamente, porque las vías no están limpias del todo -son muy recientes- y de vez en cuando te quedas con cantos en la mano, o te caen de los pies.
Por cierto, que aquí las reuniones no llevan mosquetón y el último siempre tiene que desencordarse para bajar.

Aunque no estaba todo lo fuerte que querría y a pesar de lo raro del tipo de roca, me prestó un montón escalar. Y además con el Chalo y el Chincol, que me cayeron muy pero que muy bien.

¡Chalo, Chincol, nos vemos en Santiago!
Si a alguien le pican los antebrazos estando aquí en Puerto Natales, puede pasarse por el Apretódromo, el local de Carola "La Negra" (que no es negra pero la llaman así) en la calle Blanco Encalada 941. Una chavala bien maja que, por cierto, ha subido el Urriellu por la Cepeda y por la Sur.
El Apretódromo

--En el hostal donde me quedé se alojó unos días un tío que era igual (pero igual igual igual) a Miljaus, el amigo gafotas de Bart Simpson. Aún sigue por aquí. Me molaría hacerle una foto, pero me parece un poco jevi.
Espero salir mañana martes hacia El Chaltén, pero dengo un brincibio de gadarro con dabodabiendo de dariz y arrrrrrasque de bronquios. A ver cómo evoluciona.

Cuando tenga una catedral...
El barco de Chanquete se vende
El Colo-Colo y el Universidad son como el Madriz y el Barsa¡Sergio, aquí también son fans!
Lo de la Difunta Correa es una pasada.
Además de esto de las botellas, los vehículos tienen que pitar al pasar y
casi todos los camiones lo hacen.
La devoción por esta otra ha caído por alguna razón

1 comentarios:

Sergio Rojas-Marcos dijo...

¡Dios mío! Al menos son algo más comedidos que los sicilianos. Las imágenes del Padre Pío de allí no parecen de tamaño natural.

De todas maneras, yo soy más fan de la Difutna Correa, patrona del botellón.
Espero que no hayas sido tú quien, para empujar bivalvos de semejante tamaño, hayas dado cuenta de las ofrendas que aparecen en las fotos.

Publicar un comentario