18 - Lunes 14 de marzo de 2011 - Puerto Natales-El Chaltén

El martes 7, día que había decidido marchar de todas todas, amanece lloviendo. Me jode porque por h o por b llevaba retrasando la partida varios días. Pero a mediodía se despeja y empieza a hacer un día espectacular y sin viento. Seco todo, recojo, me despido de todo el mundo y marcho, pedaleando por asfalto, con solazo y sin una brizna de viento; o sea, perfecto. Pero a los 30 km me doy cuenta de que no me he recuperado del amago de catarro y estoy agotado.
Me paro a comer algo y hacerme un café en una de esas paradas de bus tan cojonudas que hay a lo largo (que no a lo ancho) de la Patagonia chilena. Un tema curioso este, porque los argentinos no han instalado ni un solo refugio de este tipo.

Estoy tan cansado que decido hacer noche ahí. A la mañana siguiente amanece orbayando (paso de pedalear con lluvia) y a mediodía se vuelve a despejar. Pero cuando estoy con todo recogido y a punto de marchar, se desata una tempestad brutal que hace temblar la casita hasta los cimientos y dura hasta la mañana siguiente. Me da miedo que el cielo se desplome sobre mi cabeza, pero finalmente no pasa nada.

Muy bonito el doble arcoiris, pero después de 40 horas ahí metido
la percepción de la belleza cambia
La segunda mañana sigue el viento hipohuracanado, pero sin lluvia, así que decido que tengo que salir de allí YA y abandono la madriguera.
Es el día con más viento hasta ahora, pero estoy tan fresco que al principio hasta me entretiene. Después de un rato ya no le veo la gracia.

Otros peligros me acechan. Aventuras sin fin
Pero hete aquí que a los 30 km la carretera gira hacia el Este y no doy crédito: en llano voy a 40 km/h casi sin dar pedal, en bajada leve alcanzo los 60 y ¡en subida me ayuda! Al llevar el viento de espaldas no lo noto y me parece que no hace viento, pero cuando miro los arbustos a los lados de la carretera me doy cuenta de lo jevi que está el tema.
Es una pasada. Coge el mejor orgasmo que hayas tenido, multiplícalo por mil y ni siquiera andarás cerca. Bueno, vale, quizás estoy exagerando un poco, pero después de más de 1000 km contra el viento estoy gozando como un animalín. Ahora me doy cuenta de la chuminada que es viajar en bici hacia el sur. O sea que los guays somos los que vamos hacia el Norte y los otros son unos culottes flojos.

Así es la Pampa argentina
Ese día rozo la gloria, el nirvana, el éxtasis teresiano. Durante 60 km tengo el viento de cola y llego al final de etapa -Tapi Aike, un puesto de gendarmes de Argentina donde dejan un hueco para poner la tienda- fresco como una lechuga.
Allí coincido con una pareja suiza que esperan que a la mañana siguiente se les unan los otros con los que viajan. Cuando aparecen son un inglés y un americano ¡que llevan el tándem de Sean y Kate! Se lo compraron en Punta Arenas justo antes de su regreso a Escocia.
Cuando marchan los cuatro, doy conversación a Walter, el policía del puesto, y me acaba invitando a comer. Acepto, por supuesto. Pollo al horno y ensalada, riquísimos ambos.

Tapi Aike. Pollo y ensalada
Un clarísimo caso de discriminación
Me pongo en marcha con la panza llena. Pero a los 50 km vuelvo a parar en otro destacamento de policía donde Fabián, de quien ya había oído hablar, me invita a cenar y a dormir en cama. Me quedo, claro.
Fabián preaprando la cena, con el serrucho bien a mano
Fabián, del Destacamento de Policía Tomás Sosa, y servidor
Como en esta zona de la Patagonia argentina el viento no empieza hasta las 10, decido madrugar y pedalear lo máximo posible antes de que comience a soplar. Esto me sirve además para ver bichos nocturnos que aún no se han ido a dormir. Entre ellos un zorrillo (mofeta). Rápidamente paro para verlo de cerca. Lo persigo un rato porque es muy lento. Es guapísimo y tiene la naricina como un gochín.
Como método disuasorio número 1 levanta la cola, pero me mantengo lejos. Para verlo por delante le corto el paso y como método disuasorio número 2 respira entrecortadamente y da golpes en el suelo con las patitas de alante. Toc-toc, toc-toc. Lejos de asustar, hace que te entren más ganas de achucharlo. Después de agobiarlo durante un rato lo dejo marchar.

Más alante me encuentro otro aun más pequeño. Me acerco para que me haga la monería de las pataditas pero rápidamente se da la vuelta y me lanza un chorro. Me pilla desprevenido, pero no me da, por lo que subestimo la potencia y la puntería y lo sigo acosando para hacerle fotos. Pero ahora sí, la segunda andanada me da de lleno. Ahí doy por finalizado nuestro idilio y abandono la idea de meterlo en una alforja para que sea mi amiguito durante el resto del viaje.

Huele mal -un poco sulfuroso- aunque no fatal, pero el problema es que como sólo tengo una ropa de abrigo para bici, el olor me acompaña el resto del día y parte del siguiente. De todas formas, ahora entiendo por qué al probe Pepe Le Pou le daban calabazas todas las lindas gatitas.
Para que no se descojonen de mí en la siguiente parada preparé una historia: estaba yo tan tranquilo bebiendo agua en un descanso cuando de pronto se abalanzó sobre mí una jauría de mofetas. No sé cuántas serían, treinta o cuarenta, enormes, con los ojos inyectados en sangre. Comenzaron a rociarme con su ponzoña y la verdad es que aún no me explico cómo pude escapar. Fue horrible, horrible (sollozo).
Después de mi encuentro comienza a hacer un viento bestial y superfrío. Mi peor día hasta ahora. Me puse todo mi abrigo y a pesar de estar pedaleando fuerte estaba congelado. Los últimos 12 km del día son un puerto en bajada, pero tengo que pedalear porque si no me quedo parado (literalmente, hice la prueba).

No sé si os podéis imaginar lo que puede ser para la cabeza tener que pedalear para bajar un puerto como puede ser el de Pajares. Después de esto no puedo más, ni siquiera en el llano, así que paro en el primer sitio resguardado que encuentro. Hoy sólo han sido 75 km, pero los peores de mi vida.
Tengo muchas, muchísimas ganas de dejar la pampa y el viento y empezar la Carretera Austral.

El día siguiente vuelvo a madrugar, pero no hace viento en todo el día y hago una etapa gloriosa de 135 km (record del Fontán). Hago noche en una estancia y por la mañana holgazaneo viendo cómo descargan un camión de ovejas. Interesante.



Ese palo de ahí estaba muy mal puesto

La verdad es que siempre que veo ovejas alucino: se cagan de miedo con cualquier cosa y siempre tienen que ir juntas. Me hace reflexionar sobre ciertos comportamientos que tenemos a veces los humanos. Lo digo en serio.

Luego observo cómo les esquilan sólo la cabeza. Me parece curioso, pero con lo parcos que son los gauchos y lo poco bienvenidos que te hacen sentir, no me atrevo a preguntar.

Ya son las 11 y no hay viento. Además hace calorín (relativo, esto es Patagonia) y sólo me quedan 65 km hasta El Chaltén. La jornada no sólo transcurre sin incidentes (no hay alimañas sedientas de sangre) sino que durante los últimos 30 km estoy viendo frente a mí el Cerro Torre.

Donde esté un Cerro Torre que se quiten mil Paines
El Torre es una de las dos montañas que siempre he querido ver desde que me metí más a fondo en el tema de la montaña. Mientras avanzo voy rememorando: el hongo somital del Torre, la Torre Egger, la aguja Poincenot, la Saint-Exupery, el Fitz Roy, la infame Vía del Compresor, la Ferrari, la dudosa Maestri-Egger, la Supercanaleta, el Campamento Bridwell... No juego con mi cuerpo allí mismo en aras de la decencia y del buen gusto, pero son muchos años esperando esto.

La pena es que la temporada de escalada ya ha terminado y no creo que quede por aquí ninguna rock star. Todos los lolos del mundillo de la escalada en grandes paredes pasan alguna vez por aquí. Sé que este año estuvieron los hermanos Favresse. Y si pudiera conocer a Rolo Garibotti, que es residente en verano, me postraría ante él por al supertravesía del año pasado.
Por si a alguien alberga todavía alguna duda: sí, soy un mitómano.
Pues eso, nada, que durante 30 km estuve flipando con la visión del torre.
Para mí es una especie de peregrinaje. Por cierto, si queréis leer sobre la apasionantérrima historia del Cerro Torre y sobre su polemiquísima primera ascensión, mirad la wikipedia. Si tenéis más tiempo y ganas, en este otro enlace lo explican más profusamente.

Gracias Gauchito Gil
La típica para entretenerse No haga como yo
Sentimientos encontrados: por un lado me hace gracia encontrar acá la firma del Dr. Hofmann y por otra me parece que no debería de ir dejando su mierda en medio de la pampa

0 comentarios:

Publicar un comentario