23 - Exta VI - Un día cualquiera (de bici)

Como me he dado cuenta de que sólo cuento batallitas pero obvio el día a día, en el cual ocurren las mismas cosas una y otra vez pero en realidad ocupan más tiempo que todas las anécdotas juntas, he decidido hacer un Extra sobre cómo transcurre un día normal de bici. Es tal que asín:

Lo más habitual es que me despierte con la luz diurna y nunca antes. Esto es una movida porque a medida que me desplazo hacia el norte y que avanza la estación, amanece más tarde. En Tierra del Fuego me despertaba hacia las 6:00, mientras que ahora es raro que lo haga antes de las 8:00.
En realidad me despierto antes varias veces, porque no suelo dormir bien (de toda la vida) al raso o en tienda, pero no me desvelo completamente hasta que hay luz.
Invariablemente, absolutamente siempre, me tengo que levantar a mear en algún momento de la noche. Incluso en temporada de descanso y aunque duerma en cama. En Oviedo no me ocurre y sospecho que tiene que ver con la presión que ejerce el sillín sobre el perineo. Sólo espero que no me pase factura a la larga.
Una vez que ya estoy plenamente despierto me hago un café (café soluble y leche en polvo) sin salir del saco y me pongo a leer mientras oigo los primeros ruidos del día. Me encanta empezar así la jornada. Otra cosa curiosa: después de 14 años sin tomar café, ahora caen 2 o 3 diarios. Sigo leyendo un buen rato y, tranquilamente, me hago el desayuno, acompañado de un segundo café. El desayuno suele ser el sobrante de la cena de la noche anterior o, si por lo que sea no cociné cena o tenía tanta fame que me lo acabé todo, hago tostadas con mermelada. Para ello llevo un tostador de cámping. He probado la avena, que usan prácticamente todos los viajeros, cocinándola con agua, azúcar y colacao, pero aunque es una verdadera bomba energética, no me motiva un pijo.

Desayunando
Después sigo leyendo o escribiendo el diario bastante exhaustivo que llevo y, cuando me canso o decido que ya está bien, salgo por fin del saco y de la tienda.
Si el sitio donde hice noche es un bosque o hay alguno cerca, suelo dar un paseo por los alrededores, siempre con cámara y prismáticos en ristre. Si es zona de pampa, paso de todo, ya que en kilómetros a la redonda todo va a ser igual que los primeros 10 metros, a no ser que haya una charca o un río. Si estoy cerca de una zona habitada o dormí en una estancia, intento charlar con todo dios, no siempre con éxito dada la parquedad de los gauchos y huasos y de los patagones en general.
Hasta ahora no me da ningún miedo alejarme y perder de vista mi campamento; incluso dejo dinero y pasaporte en al tienda. Sé que no va a ocurrir nada. No sé qué pasará más al norte, pero esto de acá es totalmente seguro. En pueblos grandes ya no me fío tan ciegamente, pero sí bastante.
El caso es que cuando me pongo a recoger nunca han pasado menos de 3 horas desde que me despierto y, más normalmente, son 4 horas.
Si la tienda está mojada la tiendo al viento o al sol o a ambos (si es que los hay) mientras empaqueto las alforjas, friego los cacharros y me pongo la ropa de bici que, por supuesto, huele a xata culona a causa del reiterado uso.
La mayor parte de los días cuando me pongo a pedalear ya me han dado las 12:00 o las 13:00. A partir de aquí y hasta la hora de la cena los días son muy diferentes. Hay días que, por lo que sea, sólo hago 20 km, y hay otros que paso de los 100. En las etapas largas normalmente hago una parada para comer algo y hacerme un café a los 40 km. Si coincide que paso por un bar o una minitiendas (excepcional en la pampa y algo más frecuente en la Carretera Austral) invariablemente me tomo una chela (cerveza).
La comida es un mero tentempié (me encanta esta palabra): tuesto pan y me hago un bocadillo. A veces, si en la minitiendas los paquetes de galletitas no son muy caros, me zampo uno entero. También a veces llevo fruta, pero entre la poca que hay y lo mala que es acá en el Sur, y que es difícil de llevar sin que se aplaste, no suelo recurrir mucho a ella.
Después continúo pedaleando y, a no ser que la etapa sea muy larga, ya no vuelvo a hacer paradas. No, en realidad paro cada 2 x 3: que si ajustar algo en la bici, mirar unos pájaros, hacer una foto, acercarme a ver algo que me hace gracia, hablar con otros ciclistas o gente, o jugar con un animalito, pero raramente son paradas largas.
En la pampa suelo determinar previamente el final de etapa en un cruce de caminos, un puesto de policía o una estancia. Esto se debe a dos factores limitantes:
1.- necesito agua; en la pampa no hay mucha y la que hay no me parece muy fiable con la cantidad de ganado pastando por ahí.
2.– necesito un resguardo del viento.
En la Carretera Austral, con continuo sube y baja, suelo hacer menos km y acampo donde encuentro un buen lugar, no siempre fácil encontrar porque no hay demasiados sitios con 4 metros cuadrados planos (duermo fatal si el suelo no es completamente llano). Sin embargo, el agua no es un problema, puesto que hay arroyos por todas partes y, si no, casas donde pedir agua.
Cuando por fin encuentro un sitio, lo primero que hago es montar la tienda y empezar a esparcir cosas por todas partes. Es increíble lo empaquetadito que va todo en la bici y lo fácil que es petar de cosas la tienda y sus alrededores. En alguna ocasión hago un fuego, que entretiene mucho, pero viento, lluvia o ausencia de madera (la pampa, otra vez), son factores en contra.
Si hace bueno, leo o hago cosas fuera de la tienda hasta que se hace de noche, hora una vez más marcada por la latitud y época del año: en Tierra del Fuego anochecía a las 23:00 (sin oscurecerse nunca completamente) y ahora a las 20:00 es noche cerrada. Si hace malo (viento o lluvia) me meto en la tienda del tirón, nada más llegar.
La cena consiste invariablemente en pasta o arroz. El hit del verano es espaguetis con sofrito de cebolla y ajo al que añado salchichas o salami, con salsa de tomate comprada. Y, por supuesto, vino para regar la cena. Las excepciones son ensaladas de tomate (cuando encuentro tomates, que no es fácil), huevos (muy difíciles de transportar) o carne picada que cocino el último día del descanso en la civilización y guardo en un túper. Muy raramente hay excepciones a estas excepciones.
Normalmente a causa del viento (una leve brisa ya hace que tarde más en hervir el agua) cocino en el avance de la tienda, con muchísimo cuidado porque me aterra la idea de prender fuego a la tienda conmigo dentro.
Hay dos cosas a las que soy totalmente adicto:
  • Merquén: una especia hecha con chiles rojos y comino tostados que está cojonuda y que añado a prácticamente todo. Es de origen mapuche y tengo ganas de llegar a zona mapuche para probar el de verdad, en lugar del envasado.
  • Dulce de leche que, acá en Chile, llaman muy apropiadamente “manjar”. Me vuelve loco. Es lo mismo que la leche condensada al baño maría que hacía mamá cuando era pequeño. Es un producto viciosísimo. Tengo pruebas de que lo ha creado el departamento de I+D de Spectra para cortar de repente la distribución y provocar el paroxismo y el amok entre los “enfermos", desembocando en la más absoluta barbarie a nivel mundial. Si eres empalagófilo (nocilla/nutella, leche condensada, turrón blando…), el dulce de leche colmará de sensual placer tus papilas.
Después de cenar leo o escribo (o las dos cosas), tomando siempre una cucharadita más (sólo una más, venga, la última) de dulce de leche. Aguanto un rato leyendo sentado, pero en cuanto me tumbo me quedo frito.
Hasta que llegué a la Carretera Austral después de cenar dejaba todo tal cual, puesto que no hay hormigas (?!) y asumo que los raposos no se van a atrever a entrar en el avance de la tienda. Pero por esta zona las autoridades sanitarias insisten mucho con el tema del hantavirus, que se transmite por ratones.

Este año ha florecido la quila, una especie de bambú cuya floración sigue ciclos irregulares de aproximadamente 15 años y que está relacionado con la abundancia de roedores, así que han conseguido acojonarme y dejo todo bien recogido antes de acostarme.


De la higiene personal durante esas etapas prefiero no hablar, pero las manos de mecánico que tengo hablarían por sí solas.

Hasta ahora no he tenido compañeros de viaje, así que entre descansos suelen pasar varios días en los que estoy completamente solo, salvo encuentros ocasionales. Durante el pedaleo -y casi siempre echo todo el día-, no me queda más remedio que pensar en mis cosas, alcanzando su apogeo en las etapas llanas con asfalto. En esos ratos es cuando doy forma a muchas de las pijadas que pongo en el blog, trazo rigurosos planes para el futuro o analizo mi vida pasada. Bueno, a veces también se me mete una canción horrible en la cabeza de la que no me puedo librar en todo el día. Hace poco fueron la lambada y life is life. Es muy parecido a lo que supongo que hacemos todos cuando conducimos solos nuestro coche.
En este viaje me estoy dando cuenta de que, a pesar de vivir solo en Oviedo, paso muy poco tiempo conmigo mismo. No sólo estoy siempre haciendo algo sino que siento la necesidad de “no perder el tiempo”. Aquí en realidad también me ocurre puesto que en cuanto acampo me pongo a leer, escribir, arreglar la bici, mirar bichos o pasear, si bien a veces (pocas) me descubro a mí mismo ensimismado con la mirada perdida en el paisaje. Pero una vez que me monto en la bici no me queda más remedio que pensar y darle vueltas a las cosas.
En estos meses de relación epistolar electrónica algunos me habéis dicho que estoy muy sensiblero o “profundo” (el entrecomillado no es mío). Entiendo que es el resultado de pasar tanto tiempo en compañía de guanacos que no hablan mi mismo idioma o de mofetas que me rechazan sin contemplaciones.
De todas maneras, si bien estoy convencido de que es muy sano pensar y analizar, sospecho que en cuanto regrese volveré al mismo esquema de hacer lago todo el rato. La vida es cortísima y ofrece tantas cosas para hacer que, efectivamente, no puedo perder el tiempo.

Ya que he hablado de alimentación, aprovecho para hacer una consulta. Va dirigida a Titín, puesto que ha vivido acá y sabe de estas cosas, pero cualquiera que pueda arrojar luz sobre el asunto es bienvenido.
Resulta que en las paradas largas suele apetecerme carne algún día, pero aún no he dado con el corte bueno, el que sea más parecido a nuestro chuletón o entrecôte. Aquí todos los cortes se llaman de otra manera y lo que hago es señalar con el dedito el que mejor pinta tiene para hacérmelo a la plancha muy poco hecho. Pero es muy frustrante salir de la carnicería pensando que voy a cenar de puta madre y acabar jalándome una alpargata una y otra vez.

Os pongo el croquis de la vaca por si ayuda. Uno me ha dicho que el problema es que me venden la carne que ha sido matada el mismo día, sin tiempo de orearse. Lo he preguntando en las carnicerías y es cierto (“fresquita fresquita”). Se me ocurre que podría comprar carne y llevarla 2 o 3 días en las alforjas (no hace calor), pero ¿debería sacarla al fresco por las noches? ¿Qué he de hacer?
Un sagitario hambriento.

Esto es dulce de leche sobre pan. Malpensaos

6 comentarios:

Titin dijo...

Miguelon!!
A mi tambien me parece que estas algo sensiblero, y es raro por que generalmente delante del teclado del ordenador es como que los tenemos todos "bien puestos", aunque pensandolo mejor eso es mas en las redes sociales, ya que en mi pagina yo tambien me sorprendo a veces escribiendo algo moñon.

No me acuerdo del nombre de los cortes, pero ya he tirado de mis conocidos, un chileno residente en Ronda, bodeguero, que es un parrillero increible, lo dice el, como todos, absolutamente todos los chilenos y argentinos. Esto tambien debe ser un buen punto de fricción entre los paises vecinos. No me importaria poner a uno de cada fente a frente y soltar el tema de conversación a ver que pasa, un vasco aderezaria bien el debate. En este caso, yo lo confrimo, maneja el fuego y los cortes como pocos. Y creo que aqui esta tu problema, alli la gente pasa bastante la carne, o la deja a fuego lento mas tiemo del habitual, creo que en el cocinado de esa carne "fresquita, fresquita" esta la solución.

No obstante cuando me reponda el weon te lo confirmo, el sabe bien los cortes de aqui. Le di a probar uno de esos miticos chuletones de vaca vieja del Bierzo, y flipo tanto que se ha encargao para el bautizo de su hija medio chuletero!! y por supuesto el va a ser el parrillero.

Un abrazo Miguel!
Sigue bien... y sensiblero nos gustas igula (o no weones lectores?)

Anónimo dijo...

tranquilo M. yo también me pongo tontón de vez en cuando

YO, ME, MÍ, CONMIGO dijo...

¿Quién eres, Tontón?

titin dijo...

Respuesta bien Chilena:

weon que se vaya a ojos cerrao al LOMO VETADO (VETAO), es el corte mas caro, pero te vay a la segura. El corte es facil de reconocer porque, es un bloque de carne de aprox de 2,5 kilos y tiene una beta de grasa que lo atraviesa longitudinalmente.
Con este trozo comen 4 weons fumaos con un buena cartonier (vino en tetra) o se puede pedir que lo corten en medallones de unos 200 gramos. Debe tirrarse a la parrila a fuego medio alto, en lo posible con leña. Roro.

(creo (Titin) que lo de la sarten influye bastante)

Anónimo dijo...

Hola Miguel, soy el anónimo que comentó la foto de tu salida del WC. De momento no voy a descubrir mi identidad, un poco más de intriga para tu curiosidad. Lo de sencsiblero y profundo me parece de lo más normal cuando uno viaja solo, no hay nada de malo en ello, más bien lo contrario. Cambiando de tema, no conozco el lomo vetao pero si te sirve de algo, cuando estés en Argentina deberías pedir bife de chorizo, no tiene nada que ver con esto último sino que es equivalente a nuestro entrecot. Si tienes oportunidad ya me contarás.
Un abrazo.

YO, ME, MÍ, CONMIGO dijo...

Hola AnónimoquecomentólafotodemisalidadelWC. Ahora en breve entraré en Argentina, así que seguiré tu consejo. Gracias.
Y el del weón de Ronda también. Pero me queda la duda de si hay que estar fumao para disfrutar del lomo vetao. Gracias Titín.
El sábado estuve en un asado con entraña (diafragma) de vacuno que estaba de muerte.
No tengo ningún problema con los anonimatos. Lo preguntaba porque me da la impresión de que a veces alguno se olvida de firmar y, por supuesto, a mí me pica la curiosidad. Pero si el anonimato es intencionado, ahí no tengo nada que decir.

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