35 -Viernes 8 de julio de 2011 - Isla de Pascua



Como el avión salía a las 8 de la mañana y había que estar 2 horas antes para facturar, decidí hacer noche en el aeropuerto y, de paso, ahorrarme el madrugón y una noche de hostel. Dejé la mayor parte del equipaje en el hostel, pero la bici no, porque no tengo bici.
Mientras estaba cogiendo el sueño hubo un temblor de tierra, de un minuto aproximadamente, que un operario que andaba por allí calculó, así a ojo, que sería de grado 3 o 4. Volcanes, tornados, terremotos, bandoleros... ya sólo me faltan los indios mutantes. Tiempo al tiempo.
En Santiago el "clima" había cambiado y el solazo de los días anteriores fue sustituido por un techo gris invernal que se extendía al menos hasta la Isla de Pascua. 4000 km de nubes. Tampoco pasa nada porque entre el continente y la isla no hay nada más que Océano Pacífico, pero habría preferido verlo y, al menos, ver cómo se acercaba la isla, que tiene que ser bien guapa desde arriba.
En Pascua estaba lloviendo. Lo que pasa es que con el calorón -sobre todo viniendo del invierno santiaguino- que hacía, hasta se agradecía. Por lo visto la noche anterior había habido una tempestad brutal. Debió de ser jevi, porque los charcos y el barro (Sergio, al final sí que había barro), fueron desapareciendo poco a poco aunque llovió intermitentemente durante mi estancia.
El tiempo en la isla está muy loco. El viento cambia de dirección varias veces al día. Hace calor, pero no es excesivo, excepto cuando no hay viento y hace sol, que casca de lo lindo. Hay chaparrones de un minuto que no sabes de dónde vienen porque no tienes una nube justo encima de ti. Después de ese minuto, para, vuelve a cascar el sol, se seca todo al instante y aquí no ha pasado nada. Gracias a esos chaparrones la isla es un vergel (con perdón), si bien los árboles son todos introducidos (ocalitos, palmeras, plataneros...), puesto que los habitantes originales y los nuevos acabaron con absolutamente todos. ¿Con todos? ¡No! Un arbusto irreductible resiste todavía y siempre al talador. Se trata del toromiro, del que quedó un único ejemplar en la isla y varios desperdigados por jardines botánicos europeos, a partir de los cuales se está intentando reintroducir.

Ahora os voy a contar un poco por encima la historia de la Isla de Pascua porque me parece bastante interesante y así, entre chascarrillo y cuchufleta, aprendéis algo, que nunca viene mal. Si os aburre, podéis pasar directamete a mirar los santos.
Entre los siglos IV y VIII d.C. llegaron los primeros pobladores. Se supone que vinieron desde el oeste, si bien las islas habitadas más cercanas están a 2000 km. Aquí entra la hipótesis de Thor Heyerdahl, que desde su estancia en las Islas Marquesas estaba obsesionado con que la Polinesia se pobló desde el Perú por una etnia expulsada de allí por los incas, lo que le llevó a hacer la movida de la Kon-Tiki, que tan encandiladito me tiene. Las razones que aducía -resumidas-, eran las similitudes en el tipo de construcción, las corrientes marinas del Pacífico dominantes E-W, la presencia de patata dulce (indudablemente americana), las perforaciones y extensiones de los lóbulos de las orejas y, más cogido por los pelos, las leyendas locales sobre la proveniencia de Tiki, el primer rey polinésico, desde la dirección por donde sale el sol. Aunque mola, la comunidad científica dice que no, que la Polinesia se pobló desde Indonesia. Para leer más, la wikipedia, claro.
Las distancias entre las islas de la Polinesia son enormes, y había que tener muchos huevos (o estar muy jodido) para embarcarse en una balsuca de troncos o, como algunos sostienen, de totora (juncos) en la mar océana. Vinieran del lado que vinieran.
Volviendo a la Isla de Pascua y a los siglos XVII-XIII antes de Cascos. Esa gente se estableció aquí y empezó con la movida de los moáis, las estatuas de piedra, que se supone que representaban a los antepasados de ciertas familias pudientes, jefes de los clanes que se repartían el territorio de la isla. Se labraban en piedra volcçanica y se trasladaban hasta sus emplazamientos actuales, a veces muy lejos y con cuestas. Thor Heyerdahl afirma que se trasladaban de pie, y no tumbados como parece más lógico, e hizo unas pruebas para demostrarlo. La verdad es que es un flipe porque no tenían tecnología ninguna y la mano de obra aquí era finita. No es como en Egipto, que si se les morían 3000 esclavos de golpe, iban a por más.
La isla estaba dividida en clanes que no siempre se llevaban bien. En ocasiones, por un quítame allá esos moáis, se declaraban unos puertohurracos cojonudos. Poco a poco los moáis fueron derribados hasta la situación actual, en que los que están en pie es porque han sido levantados para que los veamos los turistas.

Esos jitos marcaban los territorios
En el siglo XVI (después de Cristo) y sin saberse aún por qué, se abandonó paulatinamente el culto a los muñecos de piedra y se sustituyó por el del Hombre Pájaro (sí, Fer, del Hombre Pájaro). En el extremo suroccidental de la isla y junto a un volcán acojonante, Rano Kau, se reunían los más bravos de cada clan para nadar sobre unos flotadores de totora seca hasta Monavai, un islote cercano (pero lejano).

Monavai
Allí esperaban la llegada de un pájaro, el manutara, que anidaba en sus acantilados, y el bravo que consiguiera el primer huevo de la temporada, se convertía en el Hombre-Pájaro y chico más popular de la isla. Todos los clanes estaban obligados a proporcionarle cosas ricas de comer y muchachas vírgenes para yacer.

Tangata manu, el Hombre Pájaro
Actualmente, debido a la caña que le metieron, el pájaro ya no anida en el islote.
La isla fue "descubierta" para Occidente un malhadado viernes santo de 1722 por un holandés. Cook la visitó 50 años más tarde y, por supuesto, a partir de ahí se torció la cosa para los rapa nuis. El evento más jevi tuvo lugar a mediados del XIX cuando unos esclavistas peruanos se llevaron, con artimañas y de golpe, 2500 hombres para trabajar en minas de guano. Por intercesión del obispo de Tahití, los 16 (¡!) que no habían muerto en las minas o en el viaje, fueron devueltos a la isla e infectaron al resto con viruela y tuberculosis. Los rapa nuis actuales descienden de los aproximadamente 100 que quedaron.

Ahora va mi experiencia en la Isla de Pascua que, por supuesto, es muchísimo más interesante que lo que acabo de contar.
El 100% de los habitantes vive directa o indirectamente del turismo. Supuestamente los rapa nuis odian a los chilenos continentales ("contis" -o "peris", en rapa nui-), que cada vez son más abundantes. Aparte de pedir la autonomía fiscal, los locales claman por una ley propia de inmigración que impida que maleantes chilenos se establezcan aquí como, afirman, ya está ocurriendo.

Al estar totalmente volcada hacial el turismo, al isla está llena de campos incultos. Sólo quedan algunas plataciones de piña, que no pude degustar porque no era temporada.

Pine-apple fields forever
Los rapa nuis actuales no tienen nada que ver con la imagen que nos quieren dar entre las oficinas de turismo, las pelis y el imaginario popular-turístico. Están absolutamente occidentalizados, hablan chileno y rapa nui, son católicos y tienen nombres del santoral católico, que les quita mucha gracia. Hay mucho alcohólico (aunque no mucho más que en el resto de Chile), pero también gente muy maja y muy pancha.
Como en cualquier lugar turístico, el objetivo principal es sacarle plata al turista, pero lo cierto es que la mayor parte de los servicios turísticos está regentada por continentales, que son más malencarados y más peseteros. Los servicios no son de calidad, aunque a mí tampoco me afecta mucho ese tema.
La isla es totalmente turística, pero no está petada y en la mayor parte de sitios arqueológicos coincides con bastante poca gente o, si te alejas del circuito normal, absolutamente solo.
La isla es cara, aunque no excesivamente; la Patagonia chilena es bastante más cara.
Sobre la legendaria belleza de los polinesios digo lo siguiente:
  • Los hombres son bastante guaperas en general, curtidos y fibrosos, pasando a muy musculosos los que compiten en remo. Pero abunda el look percebeiro (greñas, tatuajes y camiseta negra con las mangas recortadas). Muchos utilizan su atractivo y supuesta mística ancestral para pillar cacho con las turistas (cuanto más rubias mejor) que, por otro lado, quedan encantadas.
  • Las mujeres pues no, mira. Si bien he visto la chavala más Crumb de mi vida, distan mucho de parecerse a Vaitiare o a las chavalas que se beneficiaban los de La Bounty. Más bien son como el samoano ese que hace la versión de "Over the rainbow" o como luchadores de sumo. Y no lo digo por hacer la gracia ni por denigrar; esta es la cruda realidad.
Esto me ha llevado a formular una de esas hipótesis mías: la selección fenotípica artificial polinésica. Según ella, en cuanto una rapa nui guapa llega a la pubertad (si no antes) aparece un potentado europeo (Julio Iglesias) o norteamericano (Marlon Brando) que se encapricha y se la lleva lejos de aquí.
Y la energía, pues tampoco la he visto ni sentido. A veces me jode (y la mayor parte del tiempo no me jode nada) ser un animal insensible, prosaico, pragmático, descreído, iconoclasta y terrenal, porque sentir eso de la energía tiene que molar un montón, pero ye lo que hay. Lo mismo me pasó hace años cuando estuve en Tombuctú, que no supe apreciar su carga mítica, habiendo pocos sitios hay más míticos que la Ciudad de Oro.

Nada más llegar, y como no había mirado alojamientos en internet, en el propio aeropuerto me dejé llevar al cámping de Tía Cecilia, en el que yo era el único campista y el resto estaban en habitaciones. Craso error, como pude comprobar más tarde. Mi tienda estaba a escasos 50 metros de una discoteca y el fin de semana estuvieron dándole al chunda-chunda hasta las 8 de la mañana. Menos mal que Marinske me había regalado unos tapones para los oídos que, aunque es una sensación muy rara estar tan aislado, me permitieron dormir. Pero eso no fue lo único: resulta que la tal Cecilia, rapa nui, era una pesetera cojonuda y con gestos muy feos y muy peseteros. La gota que colmó el vaso fue un desayuno durante el cual me intentó birlar un billete de 5000$ que se me había caído al suelo. En ese momento decidí cambiar de sitio y los últimos 4 días me quedé en el cámping Mihinoa, cojonudo, con mucho ambiente, al lado del mar y superprofesional, con un montón de reglas superestrictas pero muy razonables. Ya sé que he dicho más arriba que no hay calidad hostelera en la isla, pero esto es una excepción. Además, es de una pareja tahitiano-rapa nui.

Esto es lo que se ve desde el cámping
Aquí aprovecho para decir que el mar de Pascua es guapísimo, con olas grandes de tubo y una espuma blanquísima. Sólo hay una playa en toda la isla, que no considero especialmente guapa, pero hay que recordar que yo no soy nada playero. Una movida que nunca llegué a entender es que en todo el perímetro de la isla las olas llegan perpendiculares a la costa, como si atrajera todas las olas del Pacífico hacia su centro. Quizás es normal, pero a mí me pareció muy raro. Si alguien tiene explicación, me gustaría saberla.


Anakena
Lo bueno de haberme quedado donde Tía Cecilia es que conocí a Reinaldo, un santiaguino del que hablaré en el siguiente post, y a Carlos y José Luis, dos madrileños sordos muy majos con los que pasé algo de tiempo.

Carlos y José Luis
Yo nunca había hablado con un sordo, y flipé bastante. Hay que tener mucha paciencia por ambas partes para hacerse entender. A estas alturas tengo bastante práctica, por hablar con guiris, de hacer muchos gestos, vocabulizar muy bien y escoger las palabras más sencillas o que más se parezcan en el idioma del interlocutor, pero con ellos dos me di cuenta de que además hay que buscar palabras que no contengan fonemas guturales (g, j, k), porque no hay manera de verlos. Muy curioso. Pero como digo, con paciencia y aprendiendo algunos signos-comodín del lenguaje de sordos se puede de sobra.

La isla es volcánica. Tiene 3 cráteres principales y un montón secundarios. El más guapo es Ranu Kao, del que ya he hablado, con una laguna dentro parcheada de islotes de totora (la espadaña que usaban para hacer embarcaciones y los flotadores de la movida de los huevos). Es la foto del principio del post. Acojonante.
Los moáis, situados siempre sobre ahus (plataformas de piedra), están repartidos por toda la costa, mirando siempre hacia el interior de la isla.

Algunos moáis llevaban unos gorros de piedra roja, que se sacaba de otra cantera distinta y que debía de ser una movida subirlos hasta la cabeza.

Son muy guapos, pero no flipé demasiado hasta que el último día visité Tongariki, un ahu con 15 moáis de diferentes tamaños que impresiona mucho. No lo llamo energía porque no me da la gana, pero allí delante de ellos, yo casi solo y ellos enormes, quietos y superserios, sí que tuve una sensación extraña.

Muy cerca está la cantera donde se hicieron prácticamente todos los 400 moáis que se conocen. Los excavaban del basalto de la montaña y desde allí los trasladaban a sus emplazamientos finales.

En la cantera hay docenas de moáis terminados esperando a ser movidos. Es un flipe. Además, al ser más modernos que el resto se nota que cambió la moda (son más estilizados) y se les ven las facciones porque aún no han sido meteorizados por las inclemencias del tiempo, como les ocurre a todos los demás. Incluso hay uno -que yo no vi- que tiene un dibujo de un barco de vela en la espalda, lo que indica que fue hecho tras el contacto con los europeos malos.
Alquilé una bici durante 5 días y casi no me quedó ni un camino por recorrer en toda la isla. Después de dos intentos fallidos por rotura de bici conseguí rodear la isla por el norte, por un camino de caballos que no hace nadie y que me permitió estar un día entero absolutamente solo y flipar mucho. En realidad no estuve solo porque tuve encuentros muy buenos con unos pescadores y con un pastor (que, por cierto, se llamaba Pastor) a los que, por supuesto, abrasé a preguntas.

Ahí vive Pastor, solo, al otro lado de la isla.
Y no le gustan las fotos


Entré aquí por esa puerta minúscula...

... y encontré esto, que yo no sé, pero diría que eso es un fémur humano.
Igual los han puesto para que
los turistas flipemos, pero da como cosa

Al ser volcánica, la isla está llena de piedras por todas partes (como lo que me imagino que es el malpaís de Canarias), así que fueron 24 km trialeros. Echaba de menos tener las piernas llenas de raspuños y moratones.

También como en Canarias protegen los cultivos con murinos
La bici que alquilé era una puta mierda y tuve que cambiarla 3 veces por rotura de la patilla de cambio. La segunda vez (tercera bici) me dijeron que tenía que pagar la reparación. Me negué porque consideraba que no era culpa mía y el tío (un continental) me dijo que me iba a denunciar. Para adelantarme llamé yo mismo a los carabineros, pero ante la perspectiva de tener que quedarme en la isla hasta que un juez decidiera que yo tenía razón (porque la tenía), me acojoné y pagué. No fue mucho, pero me dolió en el alma. De todas formas, en realidad el fallo en ambos casos no era sólo la rotura de la patilla, aunque lo parecía, así que me queda la satisfacción de que la reparación le iba a salir más cara que lo que pagué. Aunque habría sido más satisfactorio habéselo dicho y marchar corriendo.
Lo que no se da cuenta el paisano es que, como dijo Gabriel Celaya, internet es un arma cargada de futuro. Así que si alguna vez vais a Isla de Pascua ya sabéis: ni alojamiento en Chez Cecilia ni bicis GT en Haumani. Gente chunga. Caca.
La última noche salí con algunos del cámping y acabamos en la discoteca del chunda-chunda, en la que éramos los únicos no rapa nuis, y donde las chavalas que estaban con nosotros no triunfaron porque no quisieron.

Porque no quisieron
En resumen, aunque haya contado también lo malo, la Isla de Pascua es un flipe y recomiendo a todo dios que vaya si tiene la oportunidad y la plata necesaria. Imprescindibles los 15 moáis, la cantera y el volcán Rano Kau, pasear a pie para estar solo y, por supuesto, hablar con todos los rapa nuis que te encuentres, sobre todo con los que menos relación tengan con el turismo y especialmente con Mahai Tiare, la chica que curra en la taquilla de la cantera, que lo sabe todo y es una de las personas más encantadoras que he conocido nunca.

El día que marché me fijé desde el avión en la movida de las olas y, efectivamente, todas las ondas convergen desde muy lejos en la isla. Rollo Lost total.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Joder Budi, que pasada!!! A veces me das envidia, y no de la sana, Capullo!!!! Por aquí la gente se conforma con el KonTiki este:
http://www.cruceroskontiki.com/
(nunca he ido, espero que me hagas una visita y nos vamos a Tabarca, en el dicho KonTiki)
Ale chavalín, que sigas disfrutando.
Muchos besinos
Cris Peña

Rosina G dijo...

A mi clase viene un hermano de los de la aventura con balsas de totora, pero no la Kon Tiki de Thor Heyerdahl(ya podía!), sino la de Quitin Muñoz, que no ye lo mismo, claro... pero igualmente ye.

El día que topes con la energía no te vemos más el pelo!

Besosss

José Angel Blanco González dijo...

Miguel tío, que tal? Una pasada el tu blog jeje.
Investigaré lo de las olas perpendiculares que me ha dejao pillao :)

Un abrazo

Anónimo dijo...

de este primer link leer el apartado refracción
http://www.tresquillas.com.ar/fisicadeolas.htm

En este otro se ve una foto muy clara del fenómeno.
http://www.ambiental-hitos.com/geologia/refracc.html

YO, ME, MÍ, CONMIGO dijo...

Meca Rosina, pues no me importaria que su hermano me contara la movida para mi proyecto del anio que viene. De todas formas, dile que yo digo que Kitin Munioz es un advenedizo. Y que se lo digo a la cara, si hace falta.
Hola Cris. Pues no, no es lo mismo. Lo de la visita ya es otra cosa. Ire en balsa.
Hola Jose Angel. Muchas gracias. Nos vemos.
Al Anonimo -que no se si seras tu, Jose Angel, o el mismo Anonimo de siempre-, gracias. Esta perfectamente explicado. Molaba mas que fuera un vortice telurico, pero bueno, esto por lo menos lo entiendo.

Anónimo dijo...

En balsa??? De eso nada!!! en bici!! hombre ya, en balsa en balsa. O en híbrido de ambas? Una de esas balsas para pedalear? jajajajaja.
Ale, sé bueno.
Cris

Anónimo dijo...

Ah!!! Y por supuesto que espero tu visita.
Cris

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