Lunes 24 de enero de 2011 - Más Ushuaia

Ya está, no tengo compañero. Al final me lo agradeció y todo porque así se pone las pilas. Aun así, sigo sin entender a qué vino. Trae un montón de herramientas de supervivencia, pero no hornillo y, encima, dice que hace demasiado frío. Por cierto, el tío hace unas acuarelas guapísimas, producto de su estancia de 11 años en África. Bueno, lo del frío sí que lo entiendo con estos antecedentes. Pero me parece a mí que no va a durar mucho por aquí.
En el cámping no hace más que llegar gente con bici que viene desde todas partes. Lo más jevi que he visto hasta ahora son unos californianos que vienen desde Alaska empleando un año y 7 meses. Eso sí que tiene que molar.

Bici rara (más larga de lo normal) de los de Alaska
Pero también me han contado de un canadiense que dio la vuelta al mundo empujando un cochecito de bebé en el que llevaba todas sus pertenencias y que empezó corriendo (luego frenó un poco). O de un tío que viajó por toda Asia a pie cargando con una nevera (quien me lo contó no lo vio personalmente, pero dice que se cruzó con bastante gente que lo había visto). Por último está Jorge, un gallego de 27 años que lleva 3 recorriendo Europa, Asia y Oceanía en un 2CV naranja butano; ahora le toca América y espera llegar a casa desde Sudáfrica. Muy majo y con mil historietas que contar.

También he visto unos cuantos camiones de expedición (siempre alemanes), moteros, gente que llega caminando... Este cámping es un vórtice de buenrollismo y proyectos.
Sigo en Ushuaia pero es porque, por consejo de otros ciclistas, decidí bajar un poco más hasta el Parque Nacional Tierra de Fuego. Así maté tres pájaros de un tiro:

1.- Pruebo la bici y el material de acampada y a mí mismo.

2.- Parto del punto más meridional posible, que me hace más ilusión.

3.- Veo el Parque que, efectivamente, es acojonante.

Buen lugar de acampada

Una castorera, con sus castores y todo. Flipé, son más grandes que Iván

Bahía Lapataia, el final del todo de Argentina
Todos me están asustando con el viento en las primeras etapas. Ya lo suponía, pero es que me lo están poniendo muy negro. Incluso uno me ha hablado de los pumas que pululan por la región, aunque es uno de esos argentinos que hablan sin saber (ojo, no todos son asín). Bueno, poco a poco.
El tiempo sigue igual de loco, aunque de momento sigue un esquema muy claro de lluvia por la tarde y por la noche y buen tiempo por la mañana; en realidad se mezcla todo, pero es la pauta dominante. No obstante, supongo que no me debo fiar y que probablemente la teoría que me he currado no funcione cuando a mí me haga falta. Lo que está claro es que el peor verano asturiano es calderilla comparado con esto.

Panza de burro ¿será una premonición?
Tenía pensado salir hoy de una vez, pero tuve que hacer unas compras impepinables y cuando me di cuenta la temperatura había bajado (¡aun más!) y estaba cayendo un granizo como garbanzos. A ver cómo evoluciona esto, pero desde luego, si espero a que haga bueno me van a salir telarañas.
Tengo que acordarme de esconder el jamón serrano, los chorizos que me dio Peque, la cecina y el Gamonéu que traje (mis posesiones más preciadas junto con el pasaporte, puesto que el aceite que me dio Cris me lo dejé en Madrid -grrrr-) cuando pase por la frontera chilena, porque está prohibido meter fruta y productos animales. De hecho, en el aeropuerto de Ushuaia conseguí escaquearme del "control sanitario", que consistía simplemente en registrar el equipaje de mano, pero parece ser que los aduaneros chilenos son más exhaustivos. Me han aconsejado que declare unas manzanas y unos fiambres como señuelo y que ponga cara de bueno.
Mañana (y puede que incluso hoy) sí que empiezo de verdad, haga el tiempo que haga. A ver qué pasa.

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