Sábado 5 de febrero de 2011 - Río Grande-Punta Arenas

La última semana la empleé en ir desde Río Grande, en Argentina, hasta Punta Arenas, en Chile, donde estoy ahora. En Río Grande me recomendaron ir por un camino diferente al típico. De esta manera me libraba del tráfico e iba por una zona mucho más guapa. Esto último no lo puedo saber porque no hice el camino típico, pero me fío totalmente de la persona que me lo recomendó.
Tardé 6 días en hacer todo el camino, de ripio (pistas de tierra), en una lucha continua con el viento. Como me desplazaba hacia el oeste, tuve el viento siempre de cara (ver Extra 02 - El viento). Además, en los 350 km de distancia sólo había una población de 15 casas, aunque más o menos cada 30 km hay una estancia.
Lo más parecido a una estancia que conocía hasta ahora son los ranchos de las pelis del oeste.

Estancia José Menéndez, una de las que fundó el asturiano del mismo nombre, prohombre, magnate naviero y principal impulsor del pastoreo a lo bestia en la Patagonia. Por aquí abajo se ve su nombre por todas partesRecién acabada la esquila: lana de oveja compactada lista para mandar a China

Son los núcleos desde los que se administran los miles de hectáreas de que dispone cada una para apacentar su ganado, vacas u ovejas. Las extensiones son brutales. Más o menos disponen de 10 ha por vaca y 2 por oveja. El territorio está dividido en parcelas enormes entre las cuales van moviendo el ganado para que aproveche los pastos según la temporada y para dejar que regenere la vegetación. Para hacerse una idea, una de las estancias de vacas en las que estuve (Ea. Despedida, en Argentina) tiene 1.000 vacas para 10.000 ha, mientras que una de ovejas (Ea. Cámeron, en Chile) tiene 50.000 ovejas en 100.000 ha. Viniendo como vengo de una zona de microfundio, estas cifras se me escapan.

Maestro cercador
Las vacas son siempre de raza Hereford, con los cuernos quitados.
Las ovejas son en su mayoría de la raza Carriedale (una mezcla de Dorset iglesa y Merino australiana desdendiente de la española) desarrollada en Nueva Zelanda, buena para carne y para lana (que, por cierto, se va casi toda a China).

15.000 ovejas todas juntas. Sorprendentemente, hacen muy poco ruido
La gente de las estancias es muy amable. Uno de los días pedí en la Estancia Despedida que me dejaran poner la tienda protegida del viento. Vivina, la propietaria me dijo que no, que me daban cama en una cabaña dentro de la propiedad, y que me podía duchar en su casa.

¡Muchas, muchísimas gracias, Vivina y familia!
Al día siguiente por la mañana, cuando fui a pedir agua para marchar, me invitaron a desayunar tarta y estuve charlando con ellos (y sus hijos, y los amigos de sus hijos) durante dos horas. Hasta que apareció una vecina que acababa de volcar con su coche a una hora de camino (a pie) de la estancia.
En otra estancia (Sección Río Grande de la Ea. Cámeron), en la que pedí poder refugiarme durante el día hasta que parara el viento, los empleados me invitaron a desayunar, a comer y a merendar.
En esta estancia yo llevaba un mensaje de saludo para una neozelandesa que trabajaba allí de parte de uno de Río Grande. Aproveché para pedirle ajo y leche en polvo porque estaba en las últimas de condimentos y no quería beber agua caliente y comer pasta a pelo. De esa manera conocí a unos que estaban haciendo un estudio sobre los guanacos en la zona, de manera que el día siguiente lo pasé en la siguiente estancia, con su comida

¡Yván, gracias por esas lentejas! ¡Morty, gracias por esos cóndores!
y un avistamiento de cóndores comiendo un guanaco muerto incluidos.

Campamento gitano nº 2
Otra historieta con la comida es que cuando por fin llegué a Cámeron (el pueblín a los 200 km de ruta), de noche, sin gas para la cocina, sólo con pasta, una ración de cola-cao y 4000 $ chilenos (6 €), unos canadienses a los que ayudé a encontrar alojamiento me regalaron gas y comida liofilizada, de esa de expedición, y me salvaron el culo de tener que buscar un sitio para hacer fuego en una zona sin bosque. Encima, los de la pensión me regalaron una cerveza que me supo a gloria.
He de admitir que tuve mucha suerte durante estos días. Espero haber aprendido algo.

El paso de la frontera argentino-chilena tuvo dos anecdotillas.

  • Anécdota nº 1.- Hay que atravesar un río que llega hasta medio muslo.
  • Anécdota nº 2.- Tanto decir que no se puede meter comida en Chile y esconder el jamón y la cecina (estraperlo total), y al final declaré media cebolla, un diente de ajo y unas lonchas de salami. Bueno, pues el de la aduana me dijo que me lo quedara todo pero que me lo comiera rápido.
En general este sector me dejó muy buen sabor de boca por toda la gente que conocí y por ver que la gente es buena. En serio. De hecho, esto me ha inspirado un pequeño poema. Dice así:

Viva la gente
la hay donde quiera que vas (hey!)
viva la gente
es lo que nos gusta más
Con más gente
a favor de gente
en cada pueblo o nación
habría menos gente difícil
y más gente con corazón
(hey!)

Hasta me apetece canturrearlo y todo

Pero desde el punto de vista ciclista las pasé putísimas.

Así es la Pampa: nada por delante...

...y nada por detrás
El cúlmen fue la última etapa (105 km, por ripio y un viento fortísimo de cara durante todo el trayecto), que quise hacer de un tirón porque tenía muchas ganas de llegar a la civilización y porque me apetecía hacer una machada. Me costó muchísimo, desde las 6:00 de la mañana hasta las 21:00 de la tarde. Pero lo hice. Espero escribir próximamente en el blog una crónica épica de este día que ya tengo en papel.

Guanacos
Caca de guanaco
Viento, siempre viento

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