Historia nº 1
Una cosa que me pasó que yo considero acojonante pero que he contado por aquí y la gente no se sorprende.
Resulta que en Santa Cruz estuve arrebuscando en librerías de viejo. En realidad en Bolivia no es necesario buscar libros viejos para obtener buena literatura a buen precio. Acá se lleva mucho el tema del libro trucho (pirata). Exactamente igual que los dvds: fotocopian/escanean un libro, lo imprimen en papel malo y lo encuadernan también bastante mal, normalmente con muchos errores (páginas que faltan y páginas repetidas). A veces hacen recopilatorios de autores best-seller (tres libros de Isabel Allende en uno) y son muy baratos, alrededor de 2-3 €.
Bueno, el caso es que en una librería de libro usado encontré uno que me llamó la atención: "Expedición zoológica hispano-boliviana a la Serranía de Huanchaca".
Resulta que en Santa Cruz estuve arrebuscando en librerías de viejo. En realidad en Bolivia no es necesario buscar libros viejos para obtener buena literatura a buen precio. Acá se lleva mucho el tema del libro trucho (pirata). Exactamente igual que los dvds: fotocopian/escanean un libro, lo imprimen en papel malo y lo encuadernan también bastante mal, normalmente con muchos errores (páginas que faltan y páginas repetidas). A veces hacen recopilatorios de autores best-seller (tres libros de Isabel Allende en uno) y son muy baratos, alrededor de 2-3 €.
Bueno, el caso es que en una librería de libro usado encontré uno que me llamó la atención: "Expedición zoológica hispano-boliviana a la Serranía de Huanchaca".
Relata la trágica expedición en 1986 a una zona remota y prácticamente inexplorada (aunque Fawcett ya anduvo por aquí; y si no conocéis a este fascinantísimo personaje os recomiendo que leáis sobre él) fronteriza con Brasil con muchas posibilidades de encontrar endemismos por tratarse de una meseta elevada aislada por paredes de roca.
Se juntaron 10 biólogos de la Estación Biológica de Doñana con 10 biólogos bolivianos. El promotor principal de la expedición fue Noel Kempff Mercado, "El Profesor", una especie de Félix Rodríguez de la Fuente boliviano, muy querido en el país e impulsor de una nueva conciencia conservacionista (aunque como el el caso de Félix, sus métodos hoy serían considerados bastante polémicos; pero eran otros tiempos).
Después de varios intentos frustrados de acceso se optó por una exploración previa en avioneta. En el primer vuelo la avioneta aterrizó en un claro un poco sospechoso (recordemos: área inexplorada) con una construcción en medio. Nada más bajarse de la avioneta aparecieron unos tipos armados y sin mediar palabra se cargaron a 3 de los 4, entre ellos al Profesor. El cuarto, el único español en la avioneta, consiguió escapar y ocultarse en la selva hasta que el día siguiente otra avioneta, mosqueada por la ausencia, lo recogió.
El ejército tardó 5 días en enviar efectivos a la zona y la DEA se ausentó del área para atender asuntos importantísimos en el otro extremo del país, destapando de esta manera relaciones muy íntimas entre el poder y los pichicateros. El caso tuvo mucha repercusión y hubo un cierto clamor popular en contra de las alianzas narcopolíticas. A los españoles se los llevaron bien lejitos de allí por si las moscas.
Bueno, pues lo curioso del caso es que leyendo las minibiografías de los expedicionarios, empecé a pensar que uno de los españoles podía ser una persona que yo había conocido en la Tierra del Fuego: Iván, el chileno-español que estaba haciendo un estudio sobre la población de guanaco y que me invitó a comer unas lentejas en la Sección Rusfin. Le escribí, me respondió y sí, efectivamente era él.
Yo no sé qué pensaréis vosotros, gente de la vida curtida ya difícil de sorprender, pero a mí me parece acojonante haber conocido a Iván en Tierra del Fuego y luego haber encontrado de casualidad, a miles de km de allí y de su casa de Madrid (y de la mía), un libro en el que salía él. Quizás lo estoy magnificando, como otras cosas del viaje, pero a mí me parece una coincidencia totalmente paulausteriana. Repito que lo cuento por aquí todo entusiasmado y la gente no se queda ni boquiabierta ni estupefacta.
Se juntaron 10 biólogos de la Estación Biológica de Doñana con 10 biólogos bolivianos. El promotor principal de la expedición fue Noel Kempff Mercado, "El Profesor", una especie de Félix Rodríguez de la Fuente boliviano, muy querido en el país e impulsor de una nueva conciencia conservacionista (aunque como el el caso de Félix, sus métodos hoy serían considerados bastante polémicos; pero eran otros tiempos).
Después de varios intentos frustrados de acceso se optó por una exploración previa en avioneta. En el primer vuelo la avioneta aterrizó en un claro un poco sospechoso (recordemos: área inexplorada) con una construcción en medio. Nada más bajarse de la avioneta aparecieron unos tipos armados y sin mediar palabra se cargaron a 3 de los 4, entre ellos al Profesor. El cuarto, el único español en la avioneta, consiguió escapar y ocultarse en la selva hasta que el día siguiente otra avioneta, mosqueada por la ausencia, lo recogió.
El ejército tardó 5 días en enviar efectivos a la zona y la DEA se ausentó del área para atender asuntos importantísimos en el otro extremo del país, destapando de esta manera relaciones muy íntimas entre el poder y los pichicateros. El caso tuvo mucha repercusión y hubo un cierto clamor popular en contra de las alianzas narcopolíticas. A los españoles se los llevaron bien lejitos de allí por si las moscas.
Bueno, pues lo curioso del caso es que leyendo las minibiografías de los expedicionarios, empecé a pensar que uno de los españoles podía ser una persona que yo había conocido en la Tierra del Fuego: Iván, el chileno-español que estaba haciendo un estudio sobre la población de guanaco y que me invitó a comer unas lentejas en la Sección Rusfin. Le escribí, me respondió y sí, efectivamente era él.
Yo no sé qué pensaréis vosotros, gente de la vida curtida ya difícil de sorprender, pero a mí me parece acojonante haber conocido a Iván en Tierra del Fuego y luego haber encontrado de casualidad, a miles de km de allí y de su casa de Madrid (y de la mía), un libro en el que salía él. Quizás lo estoy magnificando, como otras cosas del viaje, pero a mí me parece una coincidencia totalmente paulausteriana. Repito que lo cuento por aquí todo entusiasmado y la gente no se queda ni boquiabierta ni estupefacta.
Historia nº 2
El día que me monté en el tren para ir a San José de Chiquitos compré el diario El Deber. En la sección de deportes publicaba un extenso artículo sobre la Vuelta Ciclista a Bolivia, que comenzaría al día siguiente, recorriendo en las tres primeras etapas parte de los 600 km que yo había hecho desde Yacuiba a Santa Cruz. Se trata de una carrera menor, categoría 2.2 UCI (la Vuelta a Asturias es 2.1, superior).
Como desde hace unos pocos años soy aficionado de toda la vida al ciclismo en ruta, me leí el artículo de cabo a rabo, y mirando la lista de equipos vi que venía el MMR de España. Quizás estas letras no os digan nada, pero resulta que MMR es la única marca de bicicletas asturiana. Tienen la fábrica en Avilés ¡Un equipo asturiano en la Vuelta a Bolivia!
San José de Chiquitos se encuentra a 250 km de Santa Cruz, por donde pasaría la Vuelta 3 días después. Son sólo 250 km, pero a causa de un tramo de 40 km en obras, el transporte público tarda entre 5 y 7 horas. Durante 3 días y 3 noches estuve debatiendo conmmigo mismo la posibilidad de ir a ver la llegada de la etapa. Por una parte me apetecía mucho, pero por otra me daba un poco de pereza deshacer el camino y meterme en la gran ciudad estando ya metido en pleno mundo rural y flipando como estaba con la selva y las serranías. Por otra parte, aunque yo suponía que a unos asturianos les haría gracia encontrarse a otro asturiano que iba a verles y que, además, está viajando en bici, siempre existía la posibilidad de que fueran unos sosos, unos gilipollas o que, simplemente, no les apeteciera alternar con un chorbo que aparecía por allí nada más que a dar la brasa. Yo albergaba la secreta esperanza de que no sólo no fuera así, sino que fueran supermajos y, tanteando un poco el terreno, pedirles que me dejaran hacer la etapa del día siguiente con ellos en el coche. Pero bueno, con conocerles y charlar un rato ya me valía.
Unos providenciales diluvios me lo pusieron más fácil, así que la víspera de la etapa de Santa Cruz pillé el bus nocturno y me planté en la ciudad a las 4:30. Hice tiempo hasta el final de la etapa, que era a mediodía.
En Santa Cruz no hay mucha afición a estas cosas y no éramos más de 100 personas en el Parque Urbano.
Al terminar me acerqué al coche del equipo y me sorpendió mucho ver que ni una sola de las bicicletas del equipo era MMR. Me puse a hablar con ellos y no había ningún asturiano: uno era de Valladolid, dos de Euskadi, un catalán y un mejicano. Y el técnico y el mecánico argentinos.
Me daba igual, yo estaba allí para dar la brasa y la di. Les hizo bastante gracia que me hubiera hecho todo ese camino lleno de incertidumbres y peligros sólo para verles e Ibon, uno de los vascos y un personaje de puta madre (como todos, la verdad) me insistió para que me colara en el hotel a comer con ellos. Lo hice y asistí a la conversación post-etapa, que me prestó la de dios. Yo no había visto la etapa, pero la reviví allí con ellos. Muy guay. Y no me hizo falta rogar, suplicar, implorar, arrastrarme por el suelo cual vil gusano, porque antes de que terminara el almuerzo el mismo Ibon ya se lo curró para que Mauri (técnico en esta carrera, pero corredor en otras) y Miguel (mecánico) me llevaran en el coche el día siguiente ¡Loado sea Belcebú!
Después de comer estuve todavía un rato con ellos en las habitaciones, pero viendo que llegaba la hora del descanso y de los masajes, hice mutis y regresé por la tarde a seguir dando la brasa.
El día siguiente fui a desayunar a su hotel el desayuno del campeón y a las 6:30, para evitar el calor del mediodía, empezó la etapa.
Aquí debo hacer un inciso para contar algo bastante bizarro de la Vuelta a Bolivia. Esta carrera está organizada por el Grupo Fides, un complejo mediático que incluye radios, televisiones y diarios, dirigido por el padre Eduardo Pérez, jesuita de origen español pero nacionalizado boliviano. El Padre Pérez no sólo es organizador y director de la carrera, sino que es el principal comentarista en la radio. Retransmite las etapas completas (¡las 5 horas!) y con una emoción tipo partido de fútbol. Escuchándolo parece que siempre está pasando algo, cuando todos sabemos que no, que en el ciclismo, al menos desde el punto de vista del espectador, casi nunca pasa nada. Le encanta hablar de los "héroes de la carretera" y cada vez que un boliviano parece que puede que quizás a lo mejor está haciendo algo, se le llena la boca con "la rasa de bronse". Vamos, que nada de conectar después de comer y hablar con voz cansina como una pareja que yo me sé.
Antes de empezar la etapa se coloca delante de los corredores, se arrodilla y rezan todos juntos un Padrenuestro, los ciclistas con la cabeza descubierta y el Padre haciendo una imposición de manos al par de bicicletas más cercano. Acojonante.
Después de la salida me monté en el coche con Mauri y Miguel y tomamos nuestro puesto en la comitiva. Fue una etapa un poco más salerosa de lo habitual para nuestro equipo porque Javi, el mejicano, estuvo en un grupo de 4 escapados durante casi toda la etapa, así que fuimos varias veces hasta la cabeza de carrera, y presencié uno de los esprines en una meta volante, justo el que ganó Javi. El resto del tiempo estuvimos atrás, que no es que sea superemocionante, pero me sirvió para ver cómo funciona la movida. Dimos agua y comida a nuestros héroes de la carretera, ayudamos a algún corredor ajeno retrasado a llegar hasta el pelotón, nos perdimos en un tramo no señalizado, pregunté muchas cosas, ayudé de vez en cuando a rellenar bidones y pasé alguno a los corredores, puesto que estaba sentado atrás a la derecha.
Esto de dar y recibir los bidones no es tan fácil como parece. Resulta que yo no conocía "el truco del bidón", que consiste en que cuando un ciclista te pasa (o recibe) un bidón, hay que agarrarlo muy fuerte, porque el ciclista lo utiliza para que le arrastres sin que haga esfuerzo. Algo parecido a cuando se apoyan en la ventanilla del coche. Ambas maniobras van contra el reglamento, pero me han dado permiso para contarlo. El caso es que como yo no sabía esto, cuando Joseba me pasó un bidón, no llegaba a soltarlo, así que yo lo soltaba para devolvérselo y él se quedaba atrás. Me lo volvía a dar y otra vez lo mismo. Y así varias veces. Podría ser cómico si no fuera porque están currando como cabrones. Al final me explicaron la movida y me sentí un poco pacón.
Otra curiosidad es que, con la finalidad de pasar por el mayor número de departamentos del país, la etapa hacía un recorrido con forma de T, llegando a Okinawa y dando la vuelta en la propia carretera. No en una plaza o en una rotonda, sino en la propia carretera, en medio de la nada: giro de 180º con pie izquierdo en el suelo. No lo vimos, pero para un pelotón debe de ser un poco complicado. Y claro, en ese tramo hubo un momento en que nos cruzamos con los escapados, que se hace un poco raro.
A las 12:00 ya habia terminado la etapa y Mauri, que es un fino, se lo curró para asegurarme cama y pensión completa en el hotel de ese día, un resort con piscina, palmeras y fauna extraña.También me moló mucho ver la vidilla de los equipos en el hotel.
En el hotel después de comer fui a la habitación y vi algo raro al fondo, dentro del baño, como si fuera alguien agachado. Me acerco discretamente y veo salir de allí ¡un oso hormiguero! Cerré la puerta y fui a llamar a todo el mundo.
Al final resultó ser un oso hormiguero doméstico, que hasta da la patita y todo. Es un animal rarísimo. Y el pelo, aunque parezca suave y amoroso es crespo como el de un jabalí.
El día siguiente, a las 6:05, después del Padrenuestro, me monté en un colectivo para cubrir los 100 km que me separaban de Santa Cruz y, esa misma tarde, pillé un truffis (nombre cachondo para furgoneta de 7 pasajeros) de vuelta a San José.
Cuatro cosas que me sorprendieron, pero que quizás son muy sabidas. No sé:
Os recomiendo que leáis la crónica de Edgar sobre lo que le pasó en la penúltima etapa. Bastante cachondo.
Estos dos días que pasé con ellos fueron un regalo cojonudo. Todo el equipo es de puta madre.
Os deseo mucha mierda deportiva a todos, especialmente a Mauri, a ver si sale lo del continental y nos vemos en la Vuelta a Asturias.
Ibon, Edgar, Joseba y Beta, a ver si nos vemos por ahí, con o sin carreras de por medio.
Enlaces:
Como desde hace unos pocos años soy aficionado de toda la vida al ciclismo en ruta, me leí el artículo de cabo a rabo, y mirando la lista de equipos vi que venía el MMR de España. Quizás estas letras no os digan nada, pero resulta que MMR es la única marca de bicicletas asturiana. Tienen la fábrica en Avilés ¡Un equipo asturiano en la Vuelta a Bolivia!
San José de Chiquitos se encuentra a 250 km de Santa Cruz, por donde pasaría la Vuelta 3 días después. Son sólo 250 km, pero a causa de un tramo de 40 km en obras, el transporte público tarda entre 5 y 7 horas. Durante 3 días y 3 noches estuve debatiendo conmmigo mismo la posibilidad de ir a ver la llegada de la etapa. Por una parte me apetecía mucho, pero por otra me daba un poco de pereza deshacer el camino y meterme en la gran ciudad estando ya metido en pleno mundo rural y flipando como estaba con la selva y las serranías. Por otra parte, aunque yo suponía que a unos asturianos les haría gracia encontrarse a otro asturiano que iba a verles y que, además, está viajando en bici, siempre existía la posibilidad de que fueran unos sosos, unos gilipollas o que, simplemente, no les apeteciera alternar con un chorbo que aparecía por allí nada más que a dar la brasa. Yo albergaba la secreta esperanza de que no sólo no fuera así, sino que fueran supermajos y, tanteando un poco el terreno, pedirles que me dejaran hacer la etapa del día siguiente con ellos en el coche. Pero bueno, con conocerles y charlar un rato ya me valía.
Unos providenciales diluvios me lo pusieron más fácil, así que la víspera de la etapa de Santa Cruz pillé el bus nocturno y me planté en la ciudad a las 4:30. Hice tiempo hasta el final de la etapa, que era a mediodía.
En Santa Cruz no hay mucha afición a estas cosas y no éramos más de 100 personas en el Parque Urbano.
Al terminar me acerqué al coche del equipo y me sorpendió mucho ver que ni una sola de las bicicletas del equipo era MMR. Me puse a hablar con ellos y no había ningún asturiano: uno era de Valladolid, dos de Euskadi, un catalán y un mejicano. Y el técnico y el mecánico argentinos.
Me daba igual, yo estaba allí para dar la brasa y la di. Les hizo bastante gracia que me hubiera hecho todo ese camino lleno de incertidumbres y peligros sólo para verles e Ibon, uno de los vascos y un personaje de puta madre (como todos, la verdad) me insistió para que me colara en el hotel a comer con ellos. Lo hice y asistí a la conversación post-etapa, que me prestó la de dios. Yo no había visto la etapa, pero la reviví allí con ellos. Muy guay. Y no me hizo falta rogar, suplicar, implorar, arrastrarme por el suelo cual vil gusano, porque antes de que terminara el almuerzo el mismo Ibon ya se lo curró para que Mauri (técnico en esta carrera, pero corredor en otras) y Miguel (mecánico) me llevaran en el coche el día siguiente ¡Loado sea Belcebú!
Después de comer estuve todavía un rato con ellos en las habitaciones, pero viendo que llegaba la hora del descanso y de los masajes, hice mutis y regresé por la tarde a seguir dando la brasa.
El día siguiente fui a desayunar a su hotel el desayuno del campeón y a las 6:30, para evitar el calor del mediodía, empezó la etapa.
Aquí debo hacer un inciso para contar algo bastante bizarro de la Vuelta a Bolivia. Esta carrera está organizada por el Grupo Fides, un complejo mediático que incluye radios, televisiones y diarios, dirigido por el padre Eduardo Pérez, jesuita de origen español pero nacionalizado boliviano. El Padre Pérez no sólo es organizador y director de la carrera, sino que es el principal comentarista en la radio. Retransmite las etapas completas (¡las 5 horas!) y con una emoción tipo partido de fútbol. Escuchándolo parece que siempre está pasando algo, cuando todos sabemos que no, que en el ciclismo, al menos desde el punto de vista del espectador, casi nunca pasa nada. Le encanta hablar de los "héroes de la carretera" y cada vez que un boliviano parece que puede que quizás a lo mejor está haciendo algo, se le llena la boca con "la rasa de bronse". Vamos, que nada de conectar después de comer y hablar con voz cansina como una pareja que yo me sé.
Antes de empezar la etapa se coloca delante de los corredores, se arrodilla y rezan todos juntos un Padrenuestro, los ciclistas con la cabeza descubierta y el Padre haciendo una imposición de manos al par de bicicletas más cercano. Acojonante.
Después de la salida me monté en el coche con Mauri y Miguel y tomamos nuestro puesto en la comitiva. Fue una etapa un poco más salerosa de lo habitual para nuestro equipo porque Javi, el mejicano, estuvo en un grupo de 4 escapados durante casi toda la etapa, así que fuimos varias veces hasta la cabeza de carrera, y presencié uno de los esprines en una meta volante, justo el que ganó Javi. El resto del tiempo estuvimos atrás, que no es que sea superemocionante, pero me sirvió para ver cómo funciona la movida. Dimos agua y comida a nuestros héroes de la carretera, ayudamos a algún corredor ajeno retrasado a llegar hasta el pelotón, nos perdimos en un tramo no señalizado, pregunté muchas cosas, ayudé de vez en cuando a rellenar bidones y pasé alguno a los corredores, puesto que estaba sentado atrás a la derecha.
Esto de dar y recibir los bidones no es tan fácil como parece. Resulta que yo no conocía "el truco del bidón", que consiste en que cuando un ciclista te pasa (o recibe) un bidón, hay que agarrarlo muy fuerte, porque el ciclista lo utiliza para que le arrastres sin que haga esfuerzo. Algo parecido a cuando se apoyan en la ventanilla del coche. Ambas maniobras van contra el reglamento, pero me han dado permiso para contarlo. El caso es que como yo no sabía esto, cuando Joseba me pasó un bidón, no llegaba a soltarlo, así que yo lo soltaba para devolvérselo y él se quedaba atrás. Me lo volvía a dar y otra vez lo mismo. Y así varias veces. Podría ser cómico si no fuera porque están currando como cabrones. Al final me explicaron la movida y me sentí un poco pacón.
Otra curiosidad es que, con la finalidad de pasar por el mayor número de departamentos del país, la etapa hacía un recorrido con forma de T, llegando a Okinawa y dando la vuelta en la propia carretera. No en una plaza o en una rotonda, sino en la propia carretera, en medio de la nada: giro de 180º con pie izquierdo en el suelo. No lo vimos, pero para un pelotón debe de ser un poco complicado. Y claro, en ese tramo hubo un momento en que nos cruzamos con los escapados, que se hace un poco raro.
Javi, Joseba, Edgar, Ibon (dándose cremita),
Miguel avituallando y Beta avituallándose.
Y me falta Mauri. Cachis
Al final los escapados fueron neutralizados y en el esprín Ibon quedó tercero. Toma ya, podio. Ibon, un máquina de 39 años que vive el ciclismo cual adolescente, otro día, en pleno altiplano y compitiendo con ciclistas que que entrenan en altura, volvió a hacer podio y acabó quedando 9º en la General. Enhorabuena chaval.Miguel avituallando y Beta avituallándose.
Y me falta Mauri. Cachis
A las 12:00 ya habia terminado la etapa y Mauri, que es un fino, se lo curró para asegurarme cama y pensión completa en el hotel de ese día, un resort con piscina, palmeras y fauna extraña.También me moló mucho ver la vidilla de los equipos en el hotel.
En el hotel después de comer fui a la habitación y vi algo raro al fondo, dentro del baño, como si fuera alguien agachado. Me acerco discretamente y veo salir de allí ¡un oso hormiguero! Cerré la puerta y fui a llamar a todo el mundo.
Al final resultó ser un oso hormiguero doméstico, que hasta da la patita y todo. Es un animal rarísimo. Y el pelo, aunque parezca suave y amoroso es crespo como el de un jabalí.
El día siguiente, a las 6:05, después del Padrenuestro, me monté en un colectivo para cubrir los 100 km que me separaban de Santa Cruz y, esa misma tarde, pillé un truffis (nombre cachondo para furgoneta de 7 pasajeros) de vuelta a San José.
Cuatro cosas que me sorprendieron, pero que quizás son muy sabidas. No sé:
- Al principio de la etapa salen a toda ostia. Yo pensaba que los primeros kilómetros eran una cosa relajada en la que van charlando, bromeando y mirando el paisaje, pero no, aprietan desde el primer metro.
- No comen prácticamente nada durante la etapa.
- Comen como verdaderas limas en el desayuno, el almuerzo y la cena.
- El truco del bidón, que ya he contado.
Os recomiendo que leáis la crónica de Edgar sobre lo que le pasó en la penúltima etapa. Bastante cachondo.
Estos dos días que pasé con ellos fueron un regalo cojonudo. Todo el equipo es de puta madre.
Os deseo mucha mierda deportiva a todos, especialmente a Mauri, a ver si sale lo del continental y nos vemos en la Vuelta a Asturias.
Ibon, Edgar, Joseba y Beta, a ver si nos vemos por ahí, con o sin carreras de por medio.
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La pijada
Mi amiga Melanie dijo una vez que las alforjas de la bici parecian el bolso de Mary Poppins, puesto que cada vez que hacía falta cualquier cosa, yo decia "espera", metía la mano en una de ellas, revolvía un poco y lo sacaba. A mí me gusta más el armario de la barriga de Bender, pero entiendo que es más apropiado y más supercalifragilístico lo de Mary Poppins.
Me hizo mucha gracia. Un dia ocioso de tormenta me puse a hacer el tonto con el contenido de las alforjas y sí, es acojonante la cantidad de cosas que caben en cada una de ellas. La que más me sorprendió fue la mariconera, el bolsín del manillar.
5 comentarios:
Menudo bicho raro el oso hormiguero, ni George Lucas diseña algo así para una peli.
¡Ostia Miguel, vaya bueno el Mazinger ese que te sacaste de la mariconera!
¡Acojonante aventura!
¡¡Fuerza y piñones!!
Muy interesante lo que he leído hasta ahora de tu blog. La crónica ciclista divertidísima, con esa vuelta en Okinawa en un puritito estilo boliviano. Anduve por esos lares hace ya muchos años y veo que el asfalto ha ido progresando (en aquellos tiempos desaparecía en Montero y el río Grande había que atravesarlo a pelo, sin puente, o por el puente del ferrocarril; llegar a San Ramón o San Javier era una aventura, alcanzar Piso Firme, cerca del Iténez, un martirio). Cuando estuve en Santa Cruz el “caso” Huanchaca estaba calentito. El hijo del famoso pichicatero Roberto Suárez denunció en una rueda de prensa los oscuros entresijos del asunto y como perjudicaron a su padre por no doblegarse y servir de sustituto en la financiación de la “contra” nicaragüense, función que al parecer cumplía la fábrica de Huanchaca. Unos días después de la rueda de prensa, el guardaespaldas que acompañaba a Roberto Suárez junior en la entrevista apareció muerto y él mismo tuvo años después el mismo destino. Si no fuese por el papel poco glorioso de los States en la historia, en Hollywood ya habrían hecho una película...
Suerte en el viaje y precaución con las flotas.
Gran Miguel!!! Un placer leer tus líneas y revivir nuestras vivencias mientras rozamos los cero grados en Barcelona. Un fuerte abrazo, que sigas disfrutando, amigo!!!
Qué tal Miguel? he comenzado a leer tu blog,grandes aventuras pa la posteridad. Disfruta nene. besos y abrazos desde la alta Extremadura.Karlos.
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