52 - jueves 29 de diciembre de 2011 - Santa Cruz-Cochabamba

A mí déme cuarto y mitad de las especiales. Por la derecha, por favor

Otra vez he vuelto a tardar un montón en actualizar. Tengo una pereza internetil que no puedo con ella. Además de no actualizar no estoy respondiendo a muchos de los correos que me mandáis.
Encima, no sé qué mecagontodo le ha pasado a la tarjeta de la cámara y he perdido todas las fotos desde Salta hasta Cochabamba. Así de clarito. Grrrrrrrr. En esta entrada pongo las únicas fotos que ya había subido al blog más otras que me han dado y otras que he robado de internet.

Después del maratón de internet mi siguiente destino era Ginger's Paradise. Sí, el sitio donde ya pasé unos días el mes anterior. Resulta que hablando con Cristóbal y Sol por teléfono me dijeron que se iban de vacaciones unos 10 días y que Nova, el hijo mayor de 16 años, se quedaba solo al cargo de Ginger's, pero que necesitaban que alguien "adulto" estuviera también allí. No sabía si yo sería más adulto que Nova para ese menester, puesto que él sabe hacer todo de todo, pero me explicaron que mi función sería más bien la de recibir a la gente nueva y ocuparme de ellos. O sea, más bien de anfitrión que de organizador. La idea me prestó bastante y me ofrecí voluntario. Y Laura, a quien había conocido allí un mes antes y que es amiga de la familia, también se apuntó, acompañada de Paula, una colega que vive en Italia.
Así que nada, allá nos fuimos.
La otra vez que estuve allí yo fui el único alojado durante los 5 días que me quedé, pero esta vez hubo un goteo continuo de gente, principalmente israelíes. Algunos se quedaban un par de días y otros mucho más.
Entre las labores diarias impepinables están:
  • ordeñar la vaca por la mañana y por la tarde y hacer queso/quesillo/yogur/chocolate para la merienda/dulce de leche
  • dar de comer a las pitas y recoger los huevos. No sólo había que buscar en el gallinero, sino que como muchas andan sueltas, te podías encontrar huevos en cualquier sitio e incluso había una que se sentaba en un banco al lado de quien estuviera y le dejaba un huevo
  • hacer el desayuno lo más opíparo posible
  • organizar la comida presente y futura para el número de gente que fuéramos
  • limpiar
  • vaciar y limpiar el baño seco: las primeras veces es bastante asqueroso llevar y volcar el caldero (con todo su contenido, cuya descripción os voy a ahorrar) en la torre de compostaje, pero luego se acostumbra uno
Ahí dentro hay un caldero con mucho pipí y mucho popó
  • currar en el campo (principalmente desbrozar a machete para preparar pasto para la vaca o la tierra para sembrar) o en la construcción de la casa nueva (afuracar con un taladro manual, pintar paredes...)
Algunas tardes (o mañanas) llevábamos a donde la vaca una taza con un poco de tequila y bastante azúcar y ordeñábamos unos chorros directamente en la taza: ambrosía, lo llaman. Acojonante, lo llamo yo.
Laura se dedicó principalmente al tema de la cocina y Nova y yo del resto, siempre ayudados por la gente alojada. A lo pijo se pasaba la mañana volando. Y por la tarde se remataba alguna cosa, pero en general la dedicábamos a bañarnos en el río, charlar o dar algún paseo. Después, cena frugal y charlar. Y todo esto con un tiempazo espectacular (noches de manga corta), metidos en el bosque y un buen rollo de flipar entre todo el mundo.
Así pasaron los días y llegó el 13 de diciembre, mi cumple.
Aquí voy a hacer un inciso y voy a dar las gracias a todos los que me escribisteis para felicitarme. Y al mismo tiempo disculparme porque no voy a responderos uno por uno. Son varias decenas de correos y con el plan que llevo de internet (no sé qué me pasa, pero le estoy pillando un poco de manía y prefiero andar por ahí con gente que conozco que meterme en un cíber) no me siento capaz de ponerme con ello. Y aprovecho para decir que me hizo mucho gracia que muchos empezarais el correo de felicitación diciendo "ya sé que a ti tu cumple te da igual, pero...". Pues sí, es cierto que para mí es un día como cualquier otro, pero me prestó mucho que os acordarais. De verdad.
Bueno, pues allí también se acordaron y me hicieron una tarta de puta madre. Y además Laura, Paula y 3 chavalas isrtaelíes nos fuimos a Samaipata, un pueblo cercano donde su familia tiene un chalé acojonante en la parte alta. Aparte de enredar todo el día, fuimos a ver El Fuerte, un centro religioso incaico tallado en la cima de una colina que es muy guapo pero nos dejó un poco indiferentes porque no entendimos nada al no haber explicaciones en ningún sitio. De este pueblo hablo más abajo.

En Israel montan al cumpleañero en una silla y lo alzan n+1 años
Pasamos la noche y el día siguiente y por la tarde algunos nos volvimos a Ginger's y otros se quedaron.
En Ginger's los días fueron apsando apaciblemente y luego llegaron Cris y Sol de sus vacaciones, y yo pasé a ser un alojado más. Y los días siguieron pasando apaciblemente.
En total fueron 15 los días los que pasé allí. No cuento mucho, pero fueron dos semanas buenísimas. Hubo mucha conexión entre la gente que andábamos por allí y lo pasamos pipa. Supongo que el sitio y el hecho de trabajar (relajadamente) juntos en las tareas de casa y campo hizo mucho para que reinara tan buen rollo. Y me consta que la mayoría de la gente (aunque no toda) que lleva pasando por allí en los últimos años, se va con muy buena sensación.

Ya conté en su momento la historia de Cris y Sol, cómo llegaron aquí y qué planteamiento de vida tienen. Y una reflexión sobre esos días es que mola ver cómo alguien vive exactamente como quiere y según unos principios muy firmes (te gusten esos principios o no). En realidad, Ginger's no deja de ser un negocio de alojamiento como otro cualquiera (aunque diferente) y esos principios no podrían seguirse sin la gente que pasamos por allí y dejamos algo de pasta. Sin embargo, yo no podría vivir así: para mi gusto tienen demasiada poca intimidad y demasiado poco tiempo libre.
Por otra parte, aunque Cristóbal tiene un carisma indudable, no puedo decir que me cayera bien del todo (aunque tampoco mal del todo). Lo sabe todo y es bastante talibán en sus convicciones. Y no sale de ahí. Y si no piensas como él, estás equivocado. Por poner un ejemplo, uno de sus temas favoritos es que la música electrónica no es música porque no utiliza instrumentos. Y es algo que repite siempre que puede, metiéndolo con calzador si hace falta. Aparte de demostrar una ignorancia total sobre el tema (y sobre otros muchos temas) ¿quiere decir con eso que un robot con cerebro de bonobo transgénico tocando el triángulo no es música? ¿O acaso el Mierdofón de Fela Borbone no hace música como los ángeles? Yo digo que sí a ambas.
Si alguien quiere leer más cosas malas sobre Ginger's, encontré por ahí un enlace con unos comentarios al final bastante jugosos. Las cosas buenas os las cuento yo. Mi experiencia fue muy buena; muchas de las cosas que dicen en el enlace son totalmente sobrellevables y suponen muy pequeño precio a cambio de lo a gusto que se está. Si no, no habría vuelto allí. Así que si alguien pasa cerca, yo le recomiendo que pase en Ginger's unos días. Merece la pena.

Mucha chavala Los israelíes celebrando el Janucá, que viene a ser la Navidad
Llegó el día de marchar. Pero esta vez acompañado. Nova, que ahora estaba de vacaciones escolares, dijo que se venía conmigo. Los días anteriores estuvimos poniendo a punto su bici y, como era su cumple, le reglamos algunos útiles de viaje.
La idea era llegar a Sucre siguiendo la Ruta del Che. Para quien no lo sepa: Ernesto Guevara dejó el Ministerio de Industria de Cuba en su intento de internacionalización de la Revolución y, después del Congo, se vino a Bolivia para luchar en el levantamiento contra la dictadura (una de tantas en la historia boliviana) del general Barrientos. En 1967 lo pillaron y ejecutaron en La Higuera. Luego en Vallegrande es donde le cortaron las manos y le hicieron las fotos en la enfermería.
Salimos de Ginger's el 21 de diciembre y 45 km después estábamos en Samaipata, el pueblo donde ya había estado el día de mi cumple.
La idea era marchar el día siguiente, pero algunas circunstancias de la bici y el equipaje de Nova hicieron que nos quedáramos 3 días. Pero estuve encantado, porque en Samaipata fuimos directamente al zoológico. Un zoo muy pequeño que lleva una suiza amiga de Ginger's, en el que tienen animales que les trae la gente: crías huérfanas, adultos heridos y bichos que tiene la gente en casa y ya no quiere. Los más problemáticos (algunos monos, dos gatos de monte guapísimos y lo que aquí llaman tejones -coatíes-, que uno de los días atacaron entre 3 a uno de los cuidadores y le dejaron el brazo a la moda) están en jaulas muy grandes.
Dentro de la casa tenían en ese momento una cría de jochi colorado -agutí, un animal muy nervioso, lamadrequeloparió- y dos cachorros preciosos y muy fieros de gato de monte, pero por ahí andan sueltos varios monos que en cuanto apareces se te suben, se sientan en un hombro, te envuelven con el rabo para sujetarse y van contigo a donde sea. Supersimpáticos.

Me jode mucho no poder poner fotos de mis dos monos favoritos:
  • Mel, una cría de mono aullador que se pasaba el día protestando, se ofendía por cualquier cosa y comía como un viejín.
  • Simón, una cría adolescente de mono araña. Nos llevamos muy bien ese tiempo y nos pasamos el día jugando. Si no habéis visto nunca uno, mirad algún vídeo e imaginaros lo que puede ser jugar con un animal así. Acojonante. Además, igual que un guaje, todo el día buscando cosas para hacer. Una mañana cometí el error de dejarlo entrar en mi tienda y para agradecérmelo me cagó en la colchoneta. Los animales, fuera de casa.
Ya no quiero un perezoso. Ahora quiero un mono araña
Samaipata es un pueblo bastante curioso. Por una parte es uno de los lugares de moda para los cruceños con plata y es donde se han construido sus chalés. Pero al mismo tiempo, por alguna razón, en todo el valle se han instalado muchísimos guiris del mundillo de la energía y esas cosas en los últimos años. Dicen que hay más de 30 nacionalidades. Y me lo creo, porque los negocios (yoga, meditación, comida "orgánica"...) son todos de extranjeros y por la calle se ven más guiris que bolivianos. Entre ellos unos cuantos españoles, de los cuales sólo me faltaron por conocer dos a lo largo de esos días.
Otra peculiaridad de Samaipata es que esto está considerado un centro energético y blablabla. Otro más. Entre mucha de la gente que fui conociendo esos días la energía era un tema muy frecuente. Supongo que tendrá relación con las ruinas incas, porque por aquí siempre las asocian con eso. Unos días antes de llegar nosotros habían hecho en las afueras del pueblo una ceremonia de san pedro de 30 personas con chamanes y todo.
Conocí a una pareja vasco-belga que viaja en bicicleta con una niña de 4 años. Ella (la madre) se quedó embarazada en Venezuela y se establecieron unos meses aquí. Ahora el bebé tiene 3 meses y en enero retoman el viaje con los dos guajes en un remolque. Toma y toma.
Me despedí de Simón y por fin, cuando Nova hubo arreglado sus asuntos, nos fuimos de Samaipata. Pero antes de salir del pueblo reventó el cambio trasero de su bici. Como no era la primera (ni la segunda) avería en sólo dos días, tomó la sabia decisión de quedarse y no continuar viaje. Nos despedimos y yo cambié de itinerario otra vez. En lugar de ir a Sucre retomé mi plan inicial y decidí continuar hacia Cochabamba. Me quedaban por delante 430 km y un alto de 3.800 m que baja directamente a los 2.500 de Cocha.
Aquí ya empieza la zona colla. Que, por cierto, así como a los cruceños les encanta llamarse cambas, aquí colla es despectivo y no gusta nada de nada. Cholo es más apropiado e indígena u originario es lo que dicen los políticos y la tele.

El gorro (no así la ropa) de las cholas va cambiando casi de pueblo en pueblo. No tengo muchas fotos de la gente porque me da cosa andar retratándolos
Mucha de la gente del campo, sobre todo los adultos y los ancianos, habla quechua y poco o nada castellano. Pero todos muy amables y hospitalarios: me dieron de dormir en locales municipales y unos guajes me invitaron a una chicha riquísima.
Un día , en las cercanías del desvío hacia Vallegrande me paró un coche tuneado. Del coche se bajó un tipo que, todo emocionado, me dio dos empanadas. Luego nos pusimos a hablar y me cuenta que es Franco "El Chesista", de Vallegrande y motero, y empezó a hablar de la hermandad de los aficionados a las dos ruedas. No quise bajarle el vacilón diciéndole que no me parecía lo mismo andar en moto que en bici. Antes de marchar me dice "espera, que te voy a dar una cosa", vuelve al coche y aparece con un dvd ricamente decorado.

Oro en paño
Acojonante. Tengo unas ganas locas de ver el dvd y escuchar el CD. LAs empanadas estaban muy ricas, por cierto.
En esta zona de Bolivia el paisaje cambia cada pocos kilómetros. La primera noche dormí en una zona donde absolutamente todas las plantas tienen pinchos. Pero los pinchos son más blandos que el acero de mi machete. Muchos cactus están ahora en flor y hay unos que por la noche abren unas flores blancas enormes.

A partir de ahí la vegetación se hace muy mediterránea. Pero entre medias se pasa por La Siberia, un área de nieblas permanentes con los árboles petados de líquenes, helechos arborescentes y un silencio total. Guapísimo pero un poco tétrico y malrollero.

NUBES, Ciudad del Este, Paraguay
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Toda esa zona la hice montado en un camión. Resulta que en esta carretera asfaltada hay un tramo de 120 km de ripio en constante subida.
Una cosa de lo que no me di cuenta hasta que estuve en Ginger's y tuve una revelación es que la relación de platos y piñones de mi bici es demasiado dura para las cuestas de ripio. Yo ya sabía que era algo más dura que la de mi anterior bici, pero un día me dio por contar los dientes del plato pequeño y me cagué en la leche cuando vi que eran 38. Entendí que el infierno altiplánico podía haber sido otra cosa muy distinta si le hubiera puesto un 24 o un 22 el mismo día que la compré. Me jodió mucho darme cuenta de esto después de varios meses y miles de kilómetros.
El caso es que no quise pelearme con ese tramo de ripio y aprovechando que era martes y el miércoles es día de mercado en Cochabamba, decidí intentar que me llevara alguno de los camiones que van desde todos los valles. Aquí en Bolivia la mayoría de camiones llevan gente de los pueblinos en la caja, entre la carga. Desde que entré en el país tenía muchas ganas de montar en uno, y ahí tenía la oportunidad perfecta.
Me costó un día entero (iban todos llenos desde los pueblso de más abajo), pero a última hora de la tarde por fin me subí en uno de verdura, con la bici, las alforjas y yo sobre los sacos de vainas -frejoles-. Me moló mucho. Lo malo es que ya faltaba poco para la puesta de sol e hicimos la mayor parte del trayecto de noche y con un frío bastante cojonudo. Los otros cholos que iban en el camión tenían unas mantas gordísimas, que ya había visto que suelen llevar cuando esperan a los camiones e iban durmiendo tan ricamente. Tienen mucha técnica.
Cinco horas después y con todo el cuerpo dolorido me bajé en un pueblo horrible lleno de camiones a las 11 de la noche.
Desde allí sólo me quedaban 130 km hasta Cochabamba que hice en dos días y sin contratiempos.

Otra para Borja
Y como no tengo casi ninguna foto de todos estos días, pues pongo unas cuantas de esas de carteles que tanto me gustan a mí. La mayoría no pertenecen a este tramo sino al siguiente (Cochabamba-Sucre).

Esta para Manfred

Tenía un montón de fotos buenísimas de los taxis y micros que hay por aquí. La mayoría tienen unas decoraciones brutales. Casi todos los micros llevan frases muy cachondas en el cristal trasero y siempre pegatinas enormes de una marca de algo, de lo que sea, pero que sea molón. El mejor que vi, pero que no tengo foto, fue un Jesucristo con una túnica de Marlboro.


Y lo último, una curiosidad. Si miráis esta foto, quizás haya algo que os llame la atención.

Aquí en Bolivia se compran muchos coches japoneses de segunda mano. Entran casi todos por los puertos del norte de Chile. Como en Japón conducen por el otro lado, tanto en Chile como aquí hay toda una industria manufacturera destinada a cambiar el volante y los pedales de lado. Pero alguna gente va a por lo barato y ni siquiera cambia de sitio el salpicadero. Mola.

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