Al final todavía me quedé algún día más en Punta Arenas. El terror a enfrentarme de nuevo al viento y lo a gusto que estuve en el Backpacker's Paradise con Roni y Cristian fueron los culpables. Cual Ulises, en el hostel hallé mi Calipso particular, en la isla donde no corre el tiempo, pero finalmente fui capaz de resistirme a sus encantos y desplegué mis velas.
Pero antes de partir me dio tiempo a hacer una fabada con la que triunfé. Cuando digo "fabada", entiéndase "potaje que recuerda a la fabada en el concepto", puesto que utilicé ingredientes locales:
-porotos, que vienen a ser fabes pintes
-chorizos de aquí, que son como criollos y se utilizan en las parrilladas
-tocino, que viene a ser el tocín
Curiosamente no tuve que espumarla. Quedó bastante rica y la mayoría de la gente (guiris en general) no habían probado nada parecido y se chupaban los dedos.
Ya pesé el equipaje de la bici. En el albergue había una pesa y aproveché, pero flipé un poco:
-Bici: 16,5 kg
-Equipaje: 28 kg
-Comida + cacharros de cocina: 15 kg
-Agua: 5 kg
O sea, 48 kg de carga sobre 16 kg de bici.
Otra anécdota que me pasó fue con un sueco que, por cierto, no tenía ninguna pinta de sueco. Fue tal que así:
(Miguel se encuentra sentado en el comedor del albergue departiendo amigablemente con otros alojados. Un hombre moreno, bajo, gordo y sudoroso entra en escena por la derecha)
-Sueco: Hola, ¿de dónde eres?
-Miguel: De España.
-Sueco: ¿De España, de dónde?
-Miguel: De Asturias. ¿Conoces?
-Sueco: Ah, sí. Gijón, Oviedo... Pues la sidra vasca es mucho mejor que la asturiana.
Así, sin venir a cuento y sin saber lo peligroso que soy yo. Estuve a punto de agarrarle por las solapas y abofetearle hasta que se retractase, pero opté por enviarle a mis padrinos para exigirle la debida satisfacción. No nos pusimos de acuerdo en las armas (yo quería un duelo a garrotazos con los pies enterrados y él un Fifa 2010) y al final preferí dejarlo correr. Pero entiendo que ha aprendido la lección y la próxima vez que se encuentre a un vasco lo primero que le dirá será que la sidra asturiana es mejor que la vasca.
-porotos, que vienen a ser fabes pintes
-chorizos de aquí, que son como criollos y se utilizan en las parrilladas
-tocino, que viene a ser el tocín
Curiosamente no tuve que espumarla. Quedó bastante rica y la mayoría de la gente (guiris en general) no habían probado nada parecido y se chupaban los dedos.
Ya pesé el equipaje de la bici. En el albergue había una pesa y aproveché, pero flipé un poco:
-Bici: 16,5 kg
-Equipaje: 28 kg
-Comida + cacharros de cocina: 15 kg
-Agua: 5 kg
O sea, 48 kg de carga sobre 16 kg de bici.
Otra anécdota que me pasó fue con un sueco que, por cierto, no tenía ninguna pinta de sueco. Fue tal que así:
(Miguel se encuentra sentado en el comedor del albergue departiendo amigablemente con otros alojados. Un hombre moreno, bajo, gordo y sudoroso entra en escena por la derecha)
-Sueco: Hola, ¿de dónde eres?
-Miguel: De España.
-Sueco: ¿De España, de dónde?
-Miguel: De Asturias. ¿Conoces?
-Sueco: Ah, sí. Gijón, Oviedo... Pues la sidra vasca es mucho mejor que la asturiana.
Así, sin venir a cuento y sin saber lo peligroso que soy yo. Estuve a punto de agarrarle por las solapas y abofetearle hasta que se retractase, pero opté por enviarle a mis padrinos para exigirle la debida satisfacción. No nos pusimos de acuerdo en las armas (yo quería un duelo a garrotazos con los pies enterrados y él un Fifa 2010) y al final preferí dejarlo correr. Pero entiendo que ha aprendido la lección y la próxima vez que se encuentre a un vasco lo primero que le dirá será que la sidra asturiana es mejor que la vasca.
1 comentarios:
Me ha encantado la historia del sueco, bien hecho! Un beso enorme y buena suerte con todo.
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